El embarazo implica una serie de transformaciones físicas sorprendentes en el cuerpo femenino. Uno de los órganos que experimenta cambios significativos es el corazón, adaptándose para satisfacer las nuevas demandas tanto de la madre como del feto. Este órgano vital debe aumentar su rendimiento para bombear más sangre y oxígeno, lo que resulta en un incremento del ritmo cardíaco y del volumen sanguíneo circulante. Estos ajustes son comparables a los que realizan los atletas profesionales durante su entrenamiento.
Los cambios morfológicos del corazón durante el embarazo son impresionantes. Se observa un aumento en el tamaño del lado izquierdo del corazón, incluyendo la masa del ventrículo izquierdo y el diámetro de la aurícula izquierda. Sin embargo, no todos los casos siguen este patrón positivo. En situaciones complicadas como la preeclampsia, hipertensión o diabetes gestacional, el corazón puede no recuperarse completamente después del parto, elevando el riesgo cardiovascular futuro de la mujer. El embarazo actúa como una prueba de estrés que revela condiciones preexistentes, permitiendo una intervención temprana.
La investigación SCULPT, liderada por especialistas en ginecología y obstetricia, busca identificar factores de riesgo y mejorar la detección temprana de problemas cardiovasculares post-embarazo. Esta iniciativa proporciona un seguimiento exhaustivo durante el llamado "cuarto trimestre", el período posterior al parto, donde se tiene la oportunidad de intervenir y prevenir complicaciones futuras. Gracias a esta atención continuada, las mujeres pueden recibir el cuidado necesario para mantener una salud óptima y reducir el riesgo de enfermedades cardiovasculares en el futuro. Esta labor no solo mejora la calidad de vida de las madres, sino que también promueve una sociedad más saludable y consciente de la importancia de la prevención médica.