La creación de una obra que combina humor y drama requiere un enfoque único que refleje la autenticidad del artista. Inspirada en su propia vida, esta producción nace de la necesidad de explorar raíces profundas y conexiones personales. Mouhamed Harfouch expresa cómo el deseo de compartir su historia lo llevó a tomar cartas en el asunto cuando otros intentos no lograron conectar con él. La decisión de abordar temas tan íntimos como su origen, su identidad y hasta su nombre marcó el inicio de un viaje creativo lleno de retos.
El proceso de escribir sobre experiencias tan cercanas no fue sencillo. Al enfrentarse a cuestiones como la inmigración, el coraje de partir hacia lo desconocido y las relaciones familiares complejas, Harfouch descubrió que este proyecto sería inevitablemente personal. En lugar de delegar esta tarea a otros, sintió la necesidad imperiosa de plasmar sus propias emociones y reflexiones en papel. Este acto de vulnerabilidad permitió dar vida a una narrativa que no solo resuena con su propio ser, sino también con quienes han vivido situaciones similares.
Al final, la conexión entre el arte y la vida se fortalece al compartir historias que inspiran y emocionan. Más allá de los desafíos inherentes a la escritura y la puesta en escena de algo tan personal, surge una obra que celebra la valentía de aceptarse a uno mismo y honrar las raíces que nos definen. Este proyecto demuestra que la honestidad y la autenticidad pueden transformar experiencias individuales en relatos universales que tocan el corazón de todos.