Manzanares el Real es un destino que cautiva a todos los visitantes. Este pequeño pueblo, ubicado en la Sierra de Guadarrama, ofrece una diversidad única de experiencias, desde monumentos históricos hasta paisajes naturales impresionantes. El Castillo Nuevo, construido en el siglo XV por la familia Mendoza, destaca como una joya arquitectónica. Por otro lado, el Castillo Viejo, aunque en ruinas, invita a los amantes de la historia a sumergirse en su pasado. Para aquellos que prefieren la naturaleza, la Pedriza, un macizo granítico, ofrece rutas de senderismo desafiantes y esculturas naturales fascinantes. Además, el pueblo mismo alberga encantos ocultos, como mercados artesanales y paseos junto al embalse de Santillana.
El legado de los Mendoza perdura en Manzanares el Real a través de sus castillos emblemáticos. El Castillo Nuevo, levantado a finales del siglo XV, fue diseñado para impresionar más que para defenderse. Sus detalles ornamentales, como el patio porticado y las galerías con arcos carpaneles, reflejan su función palaciega. Este monumento ha sido testigo de momentos históricos significativos, incluyendo la aprobación del Estatuto de Autonomía de Madrid en 1983. A pesar de haber sido restaurado extensivamente, conserva su esencia original y sigue siendo uno de los sitios más visitados de la región.
En contraste, el Castillo Viejo, situado a solo diez minutos a pie, representa un capítulo anterior de la historia local. Sus restos, reducidos a un muro rectangular, evocan tiempos pasados. Aquí vivió el Marqués de Santillana, quien encontró inspiración para escribir algunas de sus obras literarias más famosas. Actualmente, el lugar sirve como espacio arqueológico donde voluntarios pueden participar en excavaciones dirigidas por expertos de la Universidad Autónoma de Madrid. Este sitio no solo es un testimonio de la antigua fortaleza sino también un laboratorio vivo de investigación histórica.
La Pedriza, un parque natural formado por un macizo granítico, ofrece un contrapunto perfecto a los monumentos históricos de Manzanares el Real. Con su intrincada red de senderos y formaciones rocosas únicas, este paraje requiere tiempo para ser explorado adecuadamente. La ruta hacia el Yelmo, un peñasco icónico, puede realizarse en dos horas y media partiendo desde el pueblo. Alternativamente, el aparcamiento del Tranco proporciona acceso directo a la Gran Cañada y al Elefantito, una roca que se parece asombrosamente a un elefante. Para quienes buscan una experiencia menos intensa, la Garganta Camorza ofrece un paseo relajante a lo largo del río Manzanares.
Más allá de la Pedriza, el pueblo de Manzanares el Real tiene mucho que ofrecer. Las calles empedradas y las plazas acogedoras invitan a los visitantes a perderse entre tiendas artesanales y restaurantes locales. La plaza del Pueblo alberga un mercado mensual de artesanía, mientras que la iglesia de Nuestra Señora de las Nieves muestra la influencia vasca en la arquitectura religiosa de la zona. Un paseo por la orilla del embalse de Santillana permite disfrutar de la tranquilidad del agua y la observación de aves migratorias, creando un lienzo perfecto para terminar un día lleno de descubrimientos en este rincón privilegiado de España.