En un mundo donde la velocidad y la tecnología dominan cada aspecto de nuestras vidas, la capacidad de asombro parece estar en peligro. Este artículo explora cómo el asombro no solo es crucial para el desarrollo infantil, sino también para nuestra salud física y emocional. A través de una conversación con Miguel Salas Díaz, autor del libro "Crecer en el asombro", descubrimos cómo esta emoción puede ser cultivada tanto en la escuela como en el hogar, contrarrestando factores modernos como la sobreexposición a pantallas y la rutina excesiva.
En tiempos de hiperconectividad, el profesor y doctor Miguel Salas Díaz nos invita a reflexionar sobre el valor del asombro en nuestra vida cotidiana. En su obra reciente Crecer en el asombro, publicada por Ediciones Plataforma, aborda la necesidad de reavivar esta emoción que se encuentra dormida en muchos individuos debido al ritmo acelerado de la vida moderna.
Salas destaca que el asombro no solo es una puerta hacia la maravilla, sino también una herramienta poderosa para mejorar el bienestar físico y emocional. Desde reducir el estrés hasta fortalecer la creatividad y la adaptabilidad, el asombro juega un papel clave en nuestro crecimiento personal. En particular, este sentimiento resulta esencial en el proceso de aprendizaje infantil, conectando a los jóvenes con la naturaleza, el arte y la ciencia.
Uno de los grandes desafíos actuales es cómo fomentar esta emoción en niños y adolescentes que están inmersos en un mundo digital lleno de distracciones. Según Salas, los educadores deben crear ambientes que estimulen la calma y la gratitud, guiando a sus estudiantes hacia experiencias que los lleven a preguntarse y explorar. Por otro lado, las familias tienen una responsabilidad igualmente importante en modelar un ejemplo de contemplación y curiosidad.
Además, la constante exposición a pantallas y la adicción a la gratificación inmediata pueden debilitar la capacidad de asombro. Para contrarrestarlo, Salas sugiere limitar el tiempo frente a dispositivos electrónicos y priorizar actividades que involucren interacción directa con el entorno natural o cultural.
Desde la perspectiva de un lector, este análisis subraya la importancia de detenernos y apreciar lo extraordinario en lo cotidiano. Vivimos en un tiempo donde todo parece tener prisa, pero recordemos que la verdadera riqueza está en esos momentos que nos hacen detenernos y maravillarnos. Cultivar el asombro no solo mejora nuestra calidad de vida, sino que también nos conecta más profundamente con quienes nos rodean y con el mundo en general. Es un llamado a regresar a esa inocencia y curiosidad que todos llevamos dentro.