El traje de chaqueta se ha consolidado como un ícono de la moda femenina, evolucionando desde sus inicios en el siglo XIX hasta convertirse en una prenda esencial para cualquier guardarropa. Desde sus primeros diseños propuestos por John Redfern, pasando por las innovaciones de Coco Chanel y los rediseños revolucionarios de André Courrèges e Yves Saint Laurent, este atuendo ha ido transformándose al ritmo de las tendencias. Hoy en día, no solo es símbolo de poder en entornos laborales, sino también una opción versátil para todo tipo de ocasiones, desde eventos formales hasta reuniones casuales.
Este conjunto ha recorrido un largo camino desde su aparición en el siglo XIX. Inicialmente, era una alternativa más cómoda a los vestidos rígidos de la época, pero aún mantenía ciertas restricciones estilísticas. No fue hasta principios del siglo XX cuando Coco Chanel introdujo diseños más relajados y funcionales, utilizando tejidos como el tweed. Sin embargo, fue en los años 60 cuando el traje de chaqueta experimentó una verdadera revolución gracias a diseñadores como André Courrèges e Yves Saint Laurent, quienes desafiaron las normas de género con creaciones que combinaban rebeldía y sofisticación.
En particular, el Le Smoking de Saint Laurent, presentado en 1966, marcó un hito al reinterpretar el esmoquin tradicional masculino para mujeres. Este diseño no solo rompió barreras sociales, sino que también sentó las bases para los trajes de chaqueta que hoy vemos en las calles y alfombras rojas. Su influencia perdura en las colecciones actuales, donde encontramos versiones ajustadas, oversize o totalmente sueltas, adaptadas a diferentes contextos y estilos personales.
Ahora que el traje de chaqueta ha ganado terreno en diversos ámbitos, elegir el modelo adecuado puede ser un desafío. Dos factores cruciales son el ajuste y la calidad del material. Un buen traje debe ceñirse al cuerpo como un guante, resaltando la figura sin resultar restrictivo. Además, el tejido debe ser de alta gama, ya sea lana para climas fríos o telas ligeras para épocas cálidas, asegurando comodidad y transpirabilidad.
Cuando se trata de la chaqueta, el ajuste en los hombros es fundamental. Debe caer naturalmente sobre ellos sin parecer ni demasiado ancho ni estrecho. En el pecho, los botones deben cerrarse sin tensión, mientras que la cintura debería entallarse ligeramente para realzar la silueta. La longitud de las mangas y la chaqueta misma también son importantes: las mangas deben terminar justo donde empieza el hueso de la muñeca, dejando que la camisa sobresalga ligeramente, mientras que la chaqueta debe cubrir ligeramente el trasero, ajustándose a la altura de la persona.