El queso Parmigiano Reggiano es un producto único que ha trascendido siglos para mantener su esencia intacta. Este alimento, originario del norte de Italia, se elabora en regiones específicas como Parma, Reggio Emilia y Módena, entre otras. Su origen se remonta a más de nueve siglos atrás, cuando los monjes benedictinos y cistercienses comenzaron a producirlo como una forma de preservar la leche local durante largos periodos.

El proceso de fabricación del Parmigiano Reggiano es meticuloso y artesanal. Se utiliza únicamente leche cruda sin conservantes ni aditivos adicionales. La preparación comienza mezclando leche fresca con leche desnatada de la noche anterior en grandes calderas de cobre. A continuación, se añade cuajo natural y suero fermentado, lo que provoca la coagulación en unos diez o doce minutos. Posteriormente, la cuajada se rompe hasta obtener gránulos diminutos y se calienta hasta alcanzar los 55°C. Este queso pasa por una salmuera durante varios días antes de entrar en su etapa de maduración, que puede extenderse desde doce meses hasta incluso cuarenta y ocho.

Este queso no solo se disfruta cortado con técnicas especiales, sino también rallado sobre platos tradicionales italianos. Su aroma y textura varían según el tiempo de envejecimiento, ofreciendo perfiles sensoriales distintos que van desde sabores lácteos más sutiles hasta notas intensas de frutos secos y especias. El Parmigiano Reggiano es mucho más que un ingrediente; es un símbolo de tradición, calidad y pasión culinaria que conecta generaciones y culturas a través de su sabor inconfundible.