En el corazón de Barcelona, durante principios del siglo XX, una figura destacada en la educación femenina y la cocina moderna surgió. Francesca Bonnemaison, conocida como "la mujer fuerte", dedicó su vida a empoderar a las mujeres a través de la educación y la cultura culinaria. Su legado perdura hasta hoy, especialmente en la gastronomía catalana, donde introdujo innovaciones significativas en nutrición, higiene y técnicas culinarias internacionales.
En pleno otoño dorado del año 1909, Francesca Bonnemaison fundó la Biblioteca Popular de la Mujer, un espacio pionero que ofrecía acceso a la literatura y la cultura para las mujeres de todas las clases sociales. Posteriormente, en 1922, trasladó sus esfuerzos al Instituto de Cultura y Biblioteca Popular de la Mujer, ubicado en la parroquia de Santa Anna. Este instituto se convirtió en un faro de aprendizaje y progreso para miles de mujeres barcelonesas.
El Instituto no solo proporcionaba libros y conferencias, sino que también revolucionó la enseñanza de la cocina. Bajo la dirección de Bonnemaison y con la participación del chef Giuseppe Rondissone Battù, las clases de cocina se transformaron en verdaderos laboratorios modernos. Los alumnos observaban desde gradas concéntricas mientras el instructor preparaba recetas innovadoras, incorporando técnicas francesas y productos exóticos que marcaron un antes y un después en la cocina catalana.
A lo largo de dos décadas, más de 40.000 mujeres asistieron a estas clases, adquiriendo habilidades culinarias que les permitieron mejorar su calidad de vida y abrir nuevas oportunidades laborales. Las lecciones abarcaban desde la elaboración de canelones hasta la utilización de ingredientes como la nuez moscada y la trufa, elementos que se incorporaron definitivamente al recetario tradicional catalán.
La influencia de Bonnemaison fue tal que incluso los recetarios posteriores, como el famoso "La cuina de l'àvia" publicado en 1979, reflejan la huella indeleble dejada por sus innovaciones culinarias.
Desde una perspectiva periodística, el trabajo de Bonnemaison nos recuerda el poder transformador de la educación y la importancia de romper barreras sociales a través de la cultura culinaria. Su legado nos invita a reflexionar sobre cómo pequeñas iniciativas pueden generar cambios profundos y duraderos en la sociedad, empoderando a individuos y comunidades enteras.