El exfutbolista neerlandés Ruud Gullit, una figura icónica del deporte mundial, reflexiona sobre su trayectoria profesional y sus intereses más allá de los límites del campo. En esta entrevista realizada en Madrid para los premios Laureus, Gullit aborda temas clave como su relación con equipos históricos como el Milan y Feyenoord, su amistad con figuras como Frank Rijkaard y Johan Cruyff, así como su postura frente a cuestiones políticas y sociales. Con un estilo único que combina carisma y profundidad, Gullit ofrece perspectivas valiosas sobre el fútbol moderno y las dificultades de ser una estrella involucrada en causas más amplias.
Durante los años 80, cuando el fútbol europeo vivía uno de sus períodos más competitivos, Ruud Gullit emergió como una de las figuras más destacadas del deporte. Su paso por el Milan marcó un antes y un después no solo por su desempeño excepcional, sino también por su capacidad para liderar equipos desde cualquier posición en el campo. En este contexto, enfrentarse al Real Madrid, entonces dominado por la Quinta del Buitre, significó un desafío especial. Gullit recuerda cómo aquellos encuentros se convirtieron en pruebas cruciales donde demostró su talento, especialmente en partidos memorables jugados en el Bernabéu. Aunque reconocido principalmente como mediocampista o defensa, su versatilidad le permitió adaptarse a distintas situaciones tácticas, algo que valoraba tanto él como sus entrenadores.
Sin embargo, la carrera de Gullit no se limitó únicamente al terreno de juego. Fuera de él, mostró siempre una clara inclinación hacia asuntos sociales y políticos. Inspirado por figuras como Nelson Mandela, Gullit utilizó su plataforma para luchar contra el racismo y apoyar movimientos en contra del apartheid. Durante la época dorada del reggae, su conexión con la música reflejaba su compromiso con causas universales. Este enfoque contrastaba con la actitud más conservadora de muchos colegas, quienes preferían mantenerse alejados de polémicas externas.
A pesar de su éxito como jugador, Gullit reconoce que intentar convertirse en entrenador fue una experiencia frustrante. Según él, el mundo del banquillo está plagado de presiones incesantes y humillaciones inevitables. Esto lo llevó a retirarse pronto de esa faceta y enfocarse en actividades que le brindaban mayor libertad personal y profesional, como trabajar como comentarista televisivo. Además, ha dedicado tiempo a proyectos relacionados con la diversidad dentro del fútbol, promoviendo cambios estructurales que faciliten la inclusión en posiciones directivas.
Gullit termina reflexionando sobre la importancia de disfrutar la vida fuera del fútbol, aprendizaje que obtuvo tras observar cómo otros grandes nombres del deporte sucumbían bajo la presión constante. Para él, encontrar un equilibrio entre el trabajo y el ocio es fundamental para mantener la felicidad a largo plazo. Hoy en día, aunque ya sin rastas ni bigote, sigue siendo recordado como una figura emblemática que supo combinar genialidad deportiva con un fuerte sentido ético.