El sello de calidad "Artesanía Alimentaria" respalda a pequeños productores gallegos que rescatan sabores tradicionales y promueven el desarrollo rural. Este distintivo, gestionado por la Axencia Galega da Calidade Alimentaria (Agacal), garantiza procesos artesanales genuinos y productos libres de conservantes o colorantes. Con más de 130 miembros, este proyecto combate fraudes en productos autoproclamados como artesanales.
Desde galletas ancestrales hasta mermeladas locales, los artesanos destacan la importancia de certificaciones auditadas frente a competencia desleal. A través de elaboraciones minuciosas y materias primas de alta calidad, estos productores no solo preservan recetas históricas, sino que también generan riqueza en sus comunidades rurales.
Pequeños fabricantes gallegos recuperan recetas ancestrales bajo el amparo del distintivo "Artesanía Alimentaria". Estos emprendedores transforman ingredientes locales en creaciones únicas que evocan la esencia rural de Galicia. Desde galletas de nata hasta galletas de Xián, cada producto cuenta una historia de dedicación y tradición.
Entre las empresas destacadas se encuentra Sacrapastas, continuadora de una receta centenaria iniciada por familias retornadas de Suiza. Su símbolo, la Xacía, representa la conexión entre mitología local y artesanía moderna. Otro ejemplo es Maruxas de Nata, que utiliza leche ecológica local para crear galletas totalmente artesanales y únicas en su forma. Estos productos no solo mantienen vivas las recetas tradicionales, sino que también impulsan la economía rural al trabajar directamente con proveedores locales.
El sello "Artesanía Alimentaria" proporciona certeza sobre la autenticidad de los procesos artesanales y la calidad de los ingredientes utilizados. Esta distinción permite a los consumidores identificar productos realmente artesanales en un mercado saturado de imitaciones industriales. Los productores subrayan la importancia de certificaciones oficiales frente a prácticas fraudulentas detectadas en algunos productos etiquetados incorrectamente como artesanales.
Empresas como Lenatt y A Morena ilustran perfectamente esta filosofía. La primera elabora cremas de frutos secos y granola ecológica sin gluten utilizando lotes pequeños y artesanales. La segunda crea mermeladas con bajos niveles de azúcar añadido, empleando frutas frescas de agricultores locales. Ambas destacan la necesidad de generar cadenas de valor que beneficien al medio rural mientras ofrecen productos de máxima calidad. Además, resaltan que el sello no solo garantiza trazabilidad y seguridad alimentaria, sino que también permite conectar directamente con el consumidor final a través de eventos como la Semana Verde de Silleda, donde pueden explicar sus métodos de producción y compartir su pasión por la artesanía auténtica.