En una tarde memorable en la plaza de toros de Las Ventas, los toros de Jandilla demostraron su superioridad con un desempeño excepcional que dejó al público maravillado. La corrida se destacó como el evento central de la feria, donde los toreros enfrentaron a ejemplares valientes y elegantes. Vid y Zafio se destacaron por su bravura distinta pero igualmente impresionante. Estos toros representaron el verdadero arte de embestir, contrastando con otros que simplemente mostraban movimiento sin entrega real.
En una tarde soleada del mes de junio, cuando las calles de Madrid vibraban con anticipación, se llevó a cabo la vigésima cuarta corrida de la feria en Las Ventas. El día 5 de junio de 2025 marcó un hito en la temporada taurina, con una plaza abarrotada hasta el último rincón, donde los aficionados ansiosos esperaban ver a Sebastián Castella, José María Manzanares y Borja Jiménez enfrentarse a los prestigiosos toros de Jandilla.
El tercer toro de la tarde, llamado Vid, fue una obra maestra viviente. Su entrada al ruedo a las 19:49 horas provocó un murmullo de admiración entre el público debido a su porte impecable y armonía perfecta. Con cada paso, Vid demostraba su clase excepcional, bajando humildemente en cada embestida mientras Borja Jiménez lo guiaba con precisión artística. La faena de Jiménez fue un espectáculo completo, combinando ambas manos con destreza y buscando siempre la curva perfecta hacia atrás de la cadera del toro.
Por su parte, Sebastián Castella encontró en Zafio un oponente digno de su talento. Este toro, con un trapío imponente, desafiaba con su bravura más pesada y profunda. Castella logró despertar su versión más gloriosa, templando cada pase con seriedad y maestría, aunque la espada le negó el triunfo completo, reduciéndolo a una vuelta al ruedo.
José María Manzanares tuvo momentos destacados, especialmente con el segundo toro, cuyas embestidas fluidas permitieron naturales fantasmagóricos. Sin embargo, el destino no estuvo de su lado con el sexto toro, quien no alcanzó las expectativas.
Como espectador de esta jornada histórica, uno no puede evitar sentirse inspirado por el arte que aún vive en la tauromaquia moderna. Esta corrida nos recuerda que el valor verdadero radica en la conexión entre hombre y animal, donde ambos se elevan mutuamente en un acto sublime. Vid y Zafio no fueron simples contendientes; fueron protagonistas que transformaron una tarde común en un momento eterno en la memoria colectiva de los amantes del toreo.