El movimiento "No es mi cultura" ha conseguido movilizar a miles de ciudadanos y organizaciones, desafiando una tradición arraigada en la historia del país. A través de una extensa campaña de recolección de firmas, este grupo ha logrado no solo alcanzar el umbral legal necesario, sino también captar la atención nacional e internacional.
Todo comenzó hace poco más de un año, cuando un grupo de activistas presentó la ILP en el Congreso de los Diputados. Desde entonces, la campaña ha recorrido todo el territorio español, desde Granada hasta Vigo, logrando el respaldo imprescindible para impulsar su causa. La estrategia incluyó la participación en eventos clave como manifestaciones del 8M y el Orgullo, así como la creación de puntos fijos de recolección en diversas ciudades.
Este esfuerzo logístico masivo involucró tanto la recopilación de firmas físicas como digitales. Sin embargo, el proceso digital enfrentó obstáculos significativos debido a la necesidad de certificados digitales, lo que subraya la importancia de la organización y el compromiso de los voluntarios. Más de 3.000 personas de al menos 40 provincias se unieron a esta causa, demostrando la transversalidad y alcance del movimiento.
Las organizaciones defensoras de los animales han sido pilares fundamentales en este movimiento. Más de 200 entidades, junto con partidos políticos, han apoyado activamente la campaña. Su contribución ha sido vital para sensibilizar al público sobre las implicaciones éticas y culturales de la tauromaquia. Además, la participación de jóvenes ha sido especialmente notoria, reflejando un cambio generacional en las actitudes hacia estas prácticas.
La portavoz de la campaña, Aida Gascón, ha destacado la diversidad de colectivos involucrados, desde estudiantes hasta profesionales de diferentes sectores. Esta variedad de voces ha fortalecido la argumentación contra la tauromaquia, ofreciendo perspectivas múltiples que abordan tanto los aspectos culturales como los derechos de los animales. El éxito de la campaña también se debe a la coordinación eficiente entre los voluntarios y las organizaciones participantes.
El movimiento "No es mi cultura" ha tenido un impacto significativo en la sociedad española. Ha abierto un espacio de diálogo sobre qué representa realmente la cultura del país y cuáles son las prácticas que deben preservarse. Las discusiones en redes sociales, medios de comunicación y foros públicos han generado debates acalorados pero necesarios sobre el papel de la tauromaquia en la identidad nacional.
Políticamente, la iniciativa ha puesto presión sobre los legisladores para reconsiderar la ley 18/2013. Aunque el objetivo de 500.000 firmas ya se ha cumplido, continuarán recolectando más rúbricas para fortalecer aún más su posición. Este esfuerzo adicional busca garantizar que la voz del pueblo sea escuchada en el Congreso y que el debate resultante tenga un impacto duradero.
A medida que se aproxima la validación de las firmas por parte del censo electoral, la expectativa sobre el futuro del debate parlamentario aumenta. Si se confirma que medio millón de firmas son válidas, se iniciará un plazo de seis meses para que la propuesta sea discutida en la Cámara Baja. Este período será crucial para definir el rumbo que tomará la legislación relacionada con la tauromaquia en España.
El movimiento espera que este debate no solo aborde la derogación de la ley 18/2013, sino que también explore alternativas viables para redefinir la cultura española sin practices perjudiciales. Los defensores de la causa buscan aprovechar este momento para promover cambios estructurales que beneficien tanto a la sociedad como al bienestar animal.