En esta historia, conocemos a Carolina, quien enfrenta el desafío emocional de prepararse para la partida de su hijo menor. Aunque él solo se mudará en el segundo semestre del año tras graduarse en junio, ella ya está procesando cómo manejará este cambio significativo. Este momento evoca recuerdos de cuando su hijo mayor dejó el hogar, pero ahora, con ambos fuera, siente un vacío distinto al que experimentó antes.
Carolina reflexiona sobre las etapas naturales de la vida y cómo los hijos inevitablemente crecen y se independizan. Su perspectiva es única porque, aunque entiende que cada partida forma parte del ciclo de la vida, reconoce que aún había cierta alegría mientras uno de sus hijos permanecía en casa. Este proceso le permite reevaluar sus emociones y redescubrirse a sí misma como madre.
El término "nido vacío" adquiere un nuevo significado para Carolina, quien ahora enfrenta la transición completa hacia una nueva fase en su vida familiar. Comprende que, aunque el vacío es inevitable, también representa una oportunidad para reinventarse y disfrutar de nuevas experiencias personales.
Con la partida inminente de su hijo menor, Carolina encuentra consuelo en la aceptación de estos cambios inevitables. Reconoce que, aunque el nido pueda estar vacío, su corazón sigue lleno de recuerdos y momentos compartidos con sus hijos. Esta comprensión le permite avanzar hacia un futuro lleno de esperanza y nuevas posibilidades.