En un enfrentamiento clave entre Barcelona y Real Madrid, las decisiones arbitrales tomaron protagonismo durante los momentos finales del partido. Ricardo de Burgos Bengoetxea y su equipo VAR liderado por Pablo González Fuertes se encontraron bajo escrutinio tras polémicas jugadas dentro del área madridista. Estas acciones provocaron reacciones intensas tanto en los jugadores como en el banquillo del Barça y el Real Madrid, marcando un antes y un después en la dinámica del encuentro.
En una tarde cargada de emoción en Sevilla, justo cuando el tiempo reglamentario tocaba a su fin, dos situaciones claves transformaron el rumbo del partido. En primer lugar, Ferran Torres solicitó un penalti tras una aparente falta cometida por Antonio Rüdiger cerca del área blanca. Sin embargo, ni el árbitro principal ni el VAR consideraron necesario revisar esta jugada, generando cierta confusión entre los espectadores y algunos futbolistas. Poco después, en los instantes adicionales, Raúl Asencio fue señalado por una presunta falta sobre Raphinha dentro del área. Este incidente desató aún más controversia, ya que tras consultar el monitor, De Burgos concluyó que había simulación, anulando así el penalti inicialmente otorgado y mostrando tarjeta amarilla al atacante brasileño. Con estas resoluciones, el duelo continuó hacia una prórroga histórica.
Como periodista deportivo, este caso refleja cómo las decisiones arbitrales pueden influir decisivamente en los resultados de partidos tan importantes. Desde mi perspectiva, es crucial mejorar la comunicación entre el campo y el VAR para evitar malentendidos que puedan alterar el curso del juego. Además, los entrenadores y jugadores deben aprender a gestionar mejor sus emociones ante estas situaciones imprevistas.