Tras más de medio milenio de episodios, la icónica serie "La Promesa" ha llegado a un momento crucial con el adiós definitivo de su protagonista central. En este capítulo trágico, Jana, interpretada por Ana Garcés, se despidió para siempre tras no sobrevivir a una herida provocada por un disparo. Este evento ha generado conversaciones profundas entre la actriz y Josep Cister, creador de esta obra maestra histórica.
La experiencia personal de Ana Garcés al enfrentarse a la muerte de su personaje revela emociones intensas y complejas. Confesó cómo fue asumir que Jana podría desaparecer del mundo de la ficción, aunque ella misma continuara existiendo como actriz. "Fue un proceso muy peculiar", mencionó, destacando que el final estuvo acorde con la esencia de Jana. Durante las semanas previas al rodaje final, vivió momentos llenos de nostalgia e introspección, intentando separar sus propias emociones de las exigencias artísticas de cada escena. Una de las secuencias más desafiantes fue la última, donde revivió los primeros días de Jana en la serie, lo cual resultó ser una experiencia particularmente emotiva.
Más allá de su propia interpretación, Ana Garcés expresó su admiración por otros personajes clave de la serie. María Fernández y Curro ocupan un lugar especial en su corazón. Valoró la energía vibrante que Sara Molina aporta a su personaje, así como la evolución fascinante de Curro, quien pasó de ser antipático a querido por todos. Además, reflexionó sobre qué papel le habría gustado interpretar si no hubiera sido Jana, destacando a Jimena como una figura especialmente interesante debido a su naturaleza caótica y manipuladora, pero también empática. Esta visión refleja el aprecio de la actriz por personajes complejos y multifacéticos.
El legado de "La Promesa" no solo reside en sus historias cautivadoras, sino también en la conexión humana que ha logrado establecer con su audiencia. A través de la interpretación magistral de sus actores y la dirección visionaria de su creador, esta serie ha dejado una huella imborrable en el panorama cultural. Más allá de la tristeza por la partida de Jana, emerge una celebración del arte, la dedicación y el poder transformador de la narrativa televisiva, demostrando que incluso en los finales más duros, podemos encontrar belleza y significado.