Tras la devastadora DANA que azotó la Comunidad Valenciana, la vida en Alfafar cambió drásticamente. Mari, una residente de esta localidad, compartió su testimonio con Espejo Público poco después del desastre, expresando su profunda indignación y frustración ante la falta de asistencia. Cien días después, Mari volvió a conectarse con el programa para exponer una realidad aún más desoladora. Entre lágrimas, Mari imploraba ayuda para su comunidad, destacando problemas críticos como los ascensores fuera de servicio que dejaban a personas mayores atrapadas en sus hogares. La situación era tan grave que Susanna Griso confirmó que más de 4.600 ascensores permanecían inoperativos, lo cual representaba un serio problema para quienes tenían dificultades de movilidad.
La desesperación de Mari se extendía más allá de las infraestructuras dañadas. En este segundo encuentro, también denunció la tristeza y el vacío que ahora caracterizaban las noches en Alfafar. Sin luz ni presencia en las calles, el ambiente nocturno era deprimente y negativo. Además, Mari subrayó que muchos jóvenes debían viajar hasta Valencia para asistir a clases debido al cierre de varios colegios. A pesar de estas adversidades, Mari agradeció al programa por proporcionar una plataforma para que las voces de los afectados fueran escuchadas. Su compañera también reconoció el valioso esfuerzo de los voluntarios jóvenes que continuaban acudiendo para brindar apoyo, describiéndolos como una generación perdida pero bendita.
Este testimonio pone de manifiesto la urgente necesidad de mayor compromiso y acción por parte de las autoridades locales y nacionales. Es imprescindible que se priorice la rehabilitación completa de Alfafar, garantizando que todas las áreas, incluyendo los barrios periféricos, reciban la atención adecuada. Solo mediante una colaboración efectiva entre administraciones y ciudadanos podrá lograrse una recuperación justa y sostenible, reafirmando la fortaleza y resiliencia de la comunidad frente a desafíos tan severos.