En la era actual, el acceso a información es prácticamente ilimitado. Los padres y madres actuales, siendo una de las generaciones más educadas, buscan activamente consejos para la crianza y educación emocional de sus hijos. Sin embargo, este exceso de información puede ser tanto un recurso como un desafío. La pedagoga Eva Bach advierte sobre los peligros de seguir mensajes simplistas y potencialmente erróneos que se propagan rápidamente a través de las redes sociales. En su libro "Disparates Emocionales", analiza cómo estas ideas pueden afectar negativamente el desarrollo de los niños y ofrece orientaciones sobre una educación emocional adecuada.
La experta señala que, aunque existe una gran cantidad de contenido relacionado con la educación emocional, muchas veces esta información es superficial o incluso incorrecta. El llamado "caos emocional" refleja cómo las emociones son malinterpretadas y simplificadas, lo que lleva a la difusión de falsedades. Este fenómeno se agrava en las redes sociales, donde influencers sin formación adecuada ofrecen consejos que pueden confundir a los padres. Eva Bach destaca que el mayor riesgo radica en perder el propio criterio y depender demasiado de estos mensajes impactantes pero vacíos de contenido.
Para evitar caer en estas trampas, es crucial que los padres se basen en fuentes confiables y profesionales con trayectoria reconocida. Según la autora, la educación emocional debe tener varios objetivos: conocerse a uno mismo, promover la autoestima junto con la empatía, y ser un proceso continuo de crecimiento personal. Además, debe orientarse hacia la salud mental más que hacia la felicidad, ya que no todas las formas de felicidad son saludables. Es importante validar todas las emociones, reconociendo que cada una tiene su lugar y propósito.
En su análisis, Eva Bach también aborda cómo ciertas formas distorsionadas de educación emocional pueden surgir en las redes sociales y perjudicar la vida real. Por ejemplo, algunas ideologías quieren resolver todo con pensamientos positivos o buscan soluciones rápidas sin profundizar en el problema. Estas ideas pueden perpetuar inmadurez emocional y sociedades emocionalmente enfermas. Para identificar estas falsas consignas, es recomendable buscar influenciadores con currículum sólido y diversidad en sus referencias, además de limitar el uso de pantallas y priorizar relaciones presenciales.
Finalmente, es esencial que los padres comiencen por mejorar su propia salud emocional antes de intentar guiar a sus hijos. Una buena educación emocional requiere un compromiso constante y la búsqueda de recursos confiables. Solo así podrán ayudar a sus hijos a desarrollarse de manera sana y equilibrada, preparándolos para enfrentar los desafíos de la vida con resiliencia y comprensión emocional.