En esta conmovedora historia, nos adentramos a la vida de dos figuras icónicas del teatro independiente español, cuya trayectoria no solo transformó la escena dramática sino que también dejó una huella imborrable en la cultura ibérica. Juan Margallo y Petra Martínez, unidos por su amor al arte y entre sí, construyeron una carrera ejemplar marcada por la perseverancia y el compromiso social. A lo largo de más de cinco décadas, este dúo dinámico desafió las normas establecidas, superó obstáculos personales y profesionales, y finalmente fue reconocido con el Premio Nacional de Teatro en 2022. Lamentablemente, la noticia del fallecimiento de Margallo a los 84 años ha dejado un vacío insustituible en el mundo artístico.
En un otoño dorado de 1963, el Festival de Teatro Clásico de Mérida se convirtió en el escenario donde todo comenzó. La actriz Petra Martínez quedó fascinada no solo por la puesta en escena de Calígula, sino también por el encanto juvenil de Escipión, interpretado por un joven Margallo. Este encuentro fortuito en el corazón de Extremadura sentaría las bases para una relación profesional y personal que duraría toda la vida. Poco después, ambos se encontrarían nuevamente en Madrid, en la prestigiosa Escuela Estudio, dirigida por maestros como William Layton y Miguel Narros. Fue allí donde forjaron una conexión indestructible que los llevaría a convertirse en referentes ineludibles del teatro independiente español.
Nacido en Cáceres en 1940, Margallo enfrentó desde temprana edad una serie de desafíos. Proveniente de una familia militar, su vocación artística fue inicialmente rechazada. Sin embargo, esto no lo disuadió. Después de varios intentos frustrados, incluida una fallida audición en la Escuela Superior de Arte Dramático debido a su marcado acento extremeño, finalmente logró entrar en el mundo del teatro. Bajo la dirección de grandes nombres como José Luis Alonso y Miguel Narros, Margallo demostró su talento y dedicación, lo que le abrió puertas importantes en la industria.
Juntos, Margallo y Martínez navegaron por los turbulentos años finales del franquismo, enfrentando la censura y creando obras que resonaban con la sociedad de la época. En 1985, fundaron la compañía Uroc Teatro, que se convirtió en un vehículo para explorar textos clásicos y contemporáneos. Con producciones innovadoras y una presencia internacional, llevaron el teatro español a nuevas audiencias en Europa y América Latina. Además, Margallo siempre mantuvo un fuerte compromiso político, participando activamente en movimientos sociales y sindicales que buscaban mejorar las condiciones laborales de los artistas.
A pesar de los desafíos, la pareja nunca perdió su pasión por el arte ni su dedicación a la causa social. Su legado perdurará no solo en los escenarios, sino también en el corazón de quienes tuvieron la fortuna de conocerlos y trabajar con ellos.
La partida de Juan Margallo marca el fin de una era, pero su espíritu y contribución al teatro seguirán inspirando a generaciones futuras. Para aquellos que amamos el teatro, su vida es un recordatorio de que la perseverancia, el amor y el compromiso pueden trascender incluso las barreras más difíciles. En este sentido, la obra de Margallo y Martínez es un testimonio viviente de cómo el arte puede ser una fuerza poderosa para el cambio y la transformación social.