La posibilidad de que Vigo se convierta en una de las sedes del Mundial de Fútbol 2030 despierta grandes expectativas económicas y turísticas. Según estimaciones aproximadas realizadas por el Ayuntamiento, la ciudad podría obtener un retorno económico cercano a los 160 millones de euros, sin contar con los beneficios adicionales derivados de la promoción internacional y el legado deportivo. Este análisis refleja no solo el impacto financiero directo, sino también la importancia estratégica de un evento global como catalizador del desarrollo local.
El proyecto incluye una inversión significativa en la modernización del estadio de Balaídos, cifrada en unos 65 millones de euros, financiados en parte por la Xunta de Galicia. Una vez concluido el torneo, este campo quedaría adaptado a las exigencias internacionales, constituyendo un activo duradero para la ciudad. Además, el sector turístico y hostelero proyecta ingresos considerables, con ocupaciones hoteleras prácticamente al completo durante los partidos y una visibilidad mediática invaluable.
Los expertos recalcan que esta oportunidad no debe perderse. La proximidad geográfica con Portugal aseguraría una afluencia constante de visitantes, mientras que la experiencia previa con eventos similares, como la Feria Internacional Conxemar, demuestra el potencial socioeconómico de estas iniciativas. En comparación, la edición 2023 de Conxemar generó cerca de 84,7 millones de euros en ingresos directos y elevó el impacto social hasta los 750 millones.
Por otro lado, el contexto actual genera incertidumbre entre los sectores involucrados. El presidente de la Federación Empresarial de Turismo y Hostelería de Pontevedra, César Sánchez-Ballesteros, destaca la necesidad de claridad en los criterios de selección de sedes. A pesar de las conexiones políticas locales con la Real Federación Española de Fútbol (RFEF), encabezada por Rafael Louzán, originario de Pontevedra, muchos cuestionan el proceso seguido para determinar las ubicaciones finales.
La memoria colectiva evoca el Mundial de 1982, cuando Balaídos ya fue sede de partidos clave. Aquel evento proporcionó una publicidad inestimable para la ciudad, consolidando su reputación internacional. José Méndez Castro, líder de la Federación de Peñas Celtistas, subraya la relevancia de aprovechar esta ocasión para posicionar a Vigo en el mapa mundial del fútbol, un sector que mueve masas globales.
En medio de la decepción generalizada, las voces más críticas instan a la RFEF a adoptar medidas transparentes. Las esperanzas recaen ahora en un cambio de rumbo que permita restaurar la confianza y garantizar que decisiones futuras se basen en méritos claros y objetivos.
Con todas estas variables en juego, queda evidente que el Mundial 2030 representa mucho más que un simple evento deportivo para Vigo. Desde una perspectiva integral, abarca desde inversiones estructurales hasta oportunidades de promoción global, destacando la importancia de tomar decisiones justas y bien fundamentadas que maximicen estos beneficios.