En una curiosa intersección de música y política, el hit "YMCA" de Village People ha resurgido como símbolo del movimiento trumpista. Esta canción, que alguna vez fue un himno de la comunidad LGBTQ+, ahora se ha convertido en la banda sonora de los seguidores del expresidente Donald Trump. Este fenómeno no solo refleja cambios económicos significativos, sino también una poderosa ola de nostalgia entre los votantes más veteranos.
En un día invernal de enero, hace casi cuatro décadas, Ronald Reagan pronunció su discurso de investidura desde la rotonda del Capitolio, lejos del frío exterior. Sus palabras enfatizaban libertad, desregulación y seguridad nacional. En paralelo, Village People lanzaba su último álbum mientras la música disco perdía popularidad. Hoy, bajo circunstancias similares, el ritmo de Village People vuelve a resonar, pero con un público muy diferente.
El 20 de enero de 2024, en el Capital One Arena de Washington, D.C., los nuevos miembros de Village People actuaron durante cuatro minutos ante un entusiasta grupo de seguidores de Trump. La canción "YMCA", que alguna vez representó diversidad e inclusión, ahora es cantada por quienes apoyan una agenda política que rechaza estos valores. Victor Willis, uno de los creadores de la canción, inicialmente se opuso al uso de su música por parte de Trump. Sin embargo, tras recibir importantes beneficios económicos, Willis cambió de opinión, permitiendo que "YMCA" volviera a las listas de éxitos.
Esta transición no solo se debe a los ingresos generados por la canción, sino también a la nostalgia de los votantes de Trump, principalmente hombres blancos entre 50 y 65 años. Estos individuos crecieron durante la era dorada de Village People, cuando canciones como "Macho Man" e "In the Navy" eran populares en discotecas y radios. Para ellos, estas melodías evocan recuerdos de juventud y energía, tiempos en los que todo parecía más sencillo.
Expertos como Jamie Saris, profesor de antropología en Irlanda, explican que esta nostalgia juega un papel crucial. Los mismos que antes se sentían incómodos con "YMCA" ahora la ven como un recordatorio nostálgico de sus años mozos. Jon Caramanica, crítico musical del New York Times, describe cómo la música de los mítines de Trump refleja un sonido retro, filtrado a través de capas de historia e ironía, hasta quedar solo con el ritmo.
A este ritmo, Trump y sus seguidores bailan en eventos políticos, vestidos con atuendos que evocan personajes icónicos de Village People. Mientras avanzan hacia la Casa Blanca, la música de los años 70 sigue siendo un puente entre pasado y presente.
Desde una perspectiva periodística, este fenómeno ilustra cómo la música puede ser apropiada y reinterpretada para fines políticos. La transformación de "YMCA" de un himno de inclusión a una canción de movilización política demuestra la capacidad de la cultura pop para adaptarse y evolucionar. También subraya la importancia de la nostalgia en la formación de identidades políticas, especialmente entre grupos que buscan reconectar con un pasado idealizado. Este caso nos invita a reflexionar sobre cómo los símbolos culturales pueden cambiar de significado según el contexto en que se encuentren.