El cuerpo del Papa Francisco fue trasladado este sábado a su lugar de descanso eterno, la Basílica de Santa María la Mayor en Roma. Tras una serie de ceremonias que iniciaron a las 10:00 horas locales (5:00 horas en Brasil), el féretro llegó al sitio después de una procesión de 4,4 km desde la Plaza de San Pedro en el Vaticano. En cada etapa del recorrido, se vivieron momentos conmovedores, capturados y compartidos rápidamente en todo el mundo.

La ceremonia finalizó con un grupo de personas necesitadas recibiendo el ataúd en la Basílica. Estos actos simbólicos dejaron huella en quienes presenciaron las despedidas oficiales del líder religioso, destacando el legado de humildad y solidaridad que marcó su pontificado.

Una Procesión Llena de Emociones

Desde la Plaza de San Pedro hasta la Basílica de Santa María la Mayor, cada paso de la procesión llevó consigo un profundo significado espiritual. La misa celebrada previamente sirvió como un momento de reflexión colectiva para miles de fieles reunidos en el Vaticano, quienes acompañaron al cortejo funerario con oraciones y lágrimas.

El trayecto de casi cinco kilómetros no solo fue un viaje físico, sino también un testimonio visual del impacto que tuvo el papa durante su tiempo al frente de la Iglesia Católica. Imágenes icónicas surgieron mientras los participantes mostraban gestos de respeto y devoción. Los presentes, incluidos muchos miembros de comunidades vulnerables, expresaron su gratitud por el liderazgo compasivo del difunto pontífice.

Un Legado Humilde y Solidario

Al llegar a la Basílica de Santa María la Mayor, el acto concluyó con una recepción única protagonizada por personas de escasos recursos. Este detalle subrayó la conexión personal del papa con aquellos que más lo necesitaban, reforzando su compromiso con la justicia social.

La elección de este grupo para recibir el féretro representó una declaración poderosa sobre el tipo de mensaje que el papa buscó transmitir durante su vida. Su dedicación a los marginados y su insistencia en la igualdad marcaron su pontificado, dejando una impronta duradera en la historia de la Iglesia. Esta última acción, llena de simbolismo, resonará profundamente entre sus seguidores y todos aquellos que admiraron su labor.