Hoy, en una mañana dominical marcada por el inicio del ciclo continuado de la Feria de Abril en Sevilla, se ha anunciado la partida de un icónico miembro de la familia taurina. Alfonso Ordóñez Araujo, hijo de Cayetano Ordóñez "El Niño de la Palma" y hermano del famoso Antonio Ordóñez, ha dejado este mundo tras una vida dedicada al arte del toreo. Este destacado banderillero, cuya carrera abarcó cuatro décadas, fue reconocido por su profesionalidad y elegancia dentro de la arena. A lo largo de su trayectoria, desempeñó un papel crucial como asesor en la plaza de toros de la Maestranza durante tres décadas.
La figura de Alfonso Ordóñez trascendía más allá de los ruedos. Fue un hombre que supo combinar su amor por el campo con su pasión por las corridas de toros. En 1964, cuando su hermano Antonio regresó a los ruedos, Alfonso reanudó su brillante carrera como banderillero. Durante sus años en activo, trabajó junto a figuras legendarias, incluidas aquellas cuyas cuadrillas incluían a José Fuentes, donde coincidió con su pariente José Ignacio de la Serna. Su estilo refinado y su habilidad para realzar a los matadores que acompañaba le valieron un lugar privilegiado en la historia del toreo.
Alfonso no solo era conocido por su talento dentro de la arena; también destacaba por su sabiduría compartida fuera de ella. En múltiples ocasiones, ocupaba una grada en la emblemática plaza de toros de la Maestranza, donde intercambiaba recuerdos con otros amantes de este arte. Allí tejía conversaciones memorables sobre el arte del toreo, siempre enfatizando la importancia de la brevedad, la discreción y el orden en cada lidia. Su legado como asesor de la plaza quedará inmortalizado, ya que recientemente se anunció su jubilación tras treinta años de servicio.
En esta misma fecha hace tres años, Alfonso participó en un homenaje al célebre Pepe Luis Vázquez Garcés en la propia plaza de Sevilla. Junto a Rafaelito Chicuelo, Curro Romero y José Luis Lozano, levantaron un cartel estelar para honrar al "Sócrates de San Bernardo". Ese día simbolizó la conexión eterna entre generaciones de toreros, unidos por el hilo invisible del Guadalquivir.
Con su partida, a los 86 años, deja un vacío en el corazón de la tauromaquia andaluza. La Junta de Andalucía destacó recientemente su contribución incansable a este arte, describiéndolo como uno de los nombres legendarios de la tauromaquia moderna. Descanse en paz Alfonso Ordóñez, cuyo brillo dorado seguirá iluminando las páginas de la historia taurina.