Un reconocido periodista deportivo, cuya voz marcó generaciones en las ondas radiales españolas, ha dejado un vacío imborrable tras su fallecimiento. Domingo Álvarez, quien dedicó gran parte de su vida profesional a Radio Nacional de España, murió recientemente en Santa Cruz de Tenerife. Conocido por su especialización en baloncesto y su participación en eventos internacionales, Álvarez fue una figura clave tanto en el ámbito local como nacional. Su trayectoria incluyó roles directivos y destacadas narraciones deportivas que lo convirtieron en una referencia ineludible.
En una soleada mañana de abril, la comunidad periodística de Canarias se vio conmocionada por la partida de Domingo Álvarez, un veterano comunicador de 60 años cuya carrera comenzó en Radio Cadena. En 1989, dio un giro trascendental al integrarse a Radio Nacional de España, donde asumió el liderazgo del departamento de Deportes. Durante su extensa labor profesional, destacó por narrar partidos memorables de la selección española de baloncesto en competiciones internacionales y olimpiadas.
Su influencia no quedó solo en la radio; también desempeñó funciones directivas importantes, primero como director de Radio Nacional de España en Canarias y más tarde como cabeza del centro territorial de Radio Televisión Española en el archipiélago. Hasta sus últimos meses, continuó contribuyendo a través de la redacción deportiva de los programas semanales en Canarias.
Álvarez era ampliamente admirado tanto por colegas como por oyentes, quienes valoraban su profesionalismo y calidez personal.
Desde Santa Cruz de Tenerife, donde residía, su legado perdurará como ejemplo de pasión y dedicación.
El mundo del periodismo y el deporte lamenta profundamente su pérdida.
La memoria de Domingo Álvarez seguirá resonando en cada transmisión deportiva que inspire a futuros profesionales.
El tributo a su vida es una lección sobre cómo el amor por una vocación puede dejar huella en muchas generaciones.
La muerte de Domingo Álvarez nos invita a reflexionar sobre la importancia de aquellos que dedican sus vidas a compartir historias que conectan comunidades. Como periodistas, debemos emular su compromiso con la excelencia y su habilidad para transmitir emociones a través de palabras simples pero cargadas de significado. Para los lectores y oyentes, su historia es un recordatorio de que detrás de cada noticia hay personas apasionadas que trabajan incansablemente para llevarnos información valiosa. Su ejemplo nos enseña que el verdadero impacto de un periodista no se mide solo por el tiempo trabajado, sino por la conexión humana que logra establecer.