La figura de Donald Trump, a pesar de haber asumido la presidencia hace poco más de un semestre, enfrenta un aumento palpable en el descontento. Medidas migratorias drásticas, la ambigüedad en torno al caso Epstein, la intervención en Irán y su postura frente al conflicto en Gaza se han convertido en elementos clave que alimentan la frustración de aquellos que, habiendo votado por él, ahora expresan un profundo arrepentimiento.
El malestar de individuos como Gilberto Pérez, un diseñador gráfico de Los Ángeles, es un claro ejemplo de la desilusión. Pérez, quien inicialmente apoyó a Trump con la esperanza de resolver la crisis fronteriza con México, ahora se siente traicionado por las inhumanas redadas migratorias que afectan a su comunidad. Su experiencia refleja un sentimiento generalizado entre muchos votantes latinos que confiaron en la promesa de orden, solo para encontrarse con una realidad de temor e incertidumbre económica.
El rechazo a las políticas migratorias de la administración es cada vez más evidente. Un estudio del Pew Research Center de junio reveló que el 69% de los hispanos republicanos se opone a las campañas de deportación masiva. Además, una parte significativa de la población, el 34% de los estadounidenses con al menos un progenitor inmigrante, expresa preocupación por la posibilidad de que sus familiares sean detenidos. La práctica de deportar a inmigrantes a países distintos a los de su origen también genera amplio repudio, y el 42% de los encuestados anticipa un incremento en los precios de los alimentos debido a la escasez de mano de obra barata.
Expertos como Gustavo Arellano, columnista de Los Angeles Times, argumentan que la administración Trump ha desaprovechado la oportunidad de mantener el apoyo del electorado hispano al optar por políticas de mano dura. En lugar de un enfoque más humano, la gestión ha recurrido a detenciones masivas y ha tratado la Constitución como una mera sugerencia, lo que, según Arellano, podría replicar errores pasados de republicanos en California al alienar a la comunidad latina.
La pérdida de confianza en Trump no se limita a la comunidad hispana. Figuras influyentes que lo apoyaron durante su campaña, como el comediante Theo Von y los podcasters Joe Rogan y Andrew Schultz, han expresado su decepción. Von calificó el ataque a Irán como una "idea terrible", mientras que Rogan criticó la campaña de deportación masiva, y Schultz señaló que Trump está actuando "justo lo opuesto de los motivos por los que le voté".
El conflicto en Israel ha generado una profunda división dentro del partido republicano. Incluso los seguidores más leales de Trump han cuestionado su postura, que ha mostrado variaciones recientes. Aunque una resolución para cesar la venta de equipamiento militar a Israel no prosperó en el Senado, el significativo número de votos a favor sugiere un cambio en la opinión general y un creciente respaldo a un bloqueo de armas, como indicó el senador Bernie Sanders.
El paquete de recortes fiscales y el gasto público sin precedentes, recientemente convertido en ley, también ha generado controversia. Steven Deuby, un empleado de correos en Michigan, expresó su asombro ante la cifra de cinco billones de dólares, calificándola de "locura". Incluso Elon Musk, un ferviente partidario inicial de Trump, se ha manifestado en contra de este plan, marcando el fin de un breve "idilio político" entre ambos.
El caso Epstein ha emergido como otro punto de conflicto. La promesa de Trump de desclasificar información sobre el pedófilo neoyorquino, seguida de un cambio de opinión, ha generado frustración entre sus seguidores. Una encuesta de CNN reveló que el 65% de los hombres menores de 35 años están insatisfechos con la información publicada sobre el caso, lo que indica un anhelo generalizado de mayor transparencia gubernamental.
La desaprobación de la gestión de Trump se ha reflejado claramente en las encuestas. La misma encuesta de CNN mostró que el 60% de este segmento de la población desaprueba su desempeño, un incremento significativo con respecto al 54% de febrero. Este aumento en el descontento se atribuye, en parte, al caos generado por su guerra arancelaria y la preocupación por una inflación descontrolada. La cruda realidad ha disipado la euforia inicial de sus partidarios en un tiempo récord, marcando un panorama político cada vez más complejo para el president