En el mundo digital, las creadoras de contenido vegano enfrentan una creciente ola de acoso y críticas. A pesar del éxito de sus recetas, las plataformas sociales se convierten en espacios donde reciben comentarios negativos sobre su estilo de vida y apariencia física. Este fenómeno es más común entre mujeres que comparten recetas veganas, quienes experimentan un nivel significativo de ciberacoso por parte de usuarios predominantemente masculinos. Además, los algoritmos de las redes sociales juegan un papel crucial al amplificar este tipo de interacciones tóxicas.
Este problema se desglosa en tres áreas principales: primero, las mujeres veganas enfrentan críticas específicas sobre su dieta y físico; segundo, la mayoría de estos acosadores son hombres; y tercero, los algoritmos retroalimentan estas dinámicas al promover contenidos polémicos. Estos factores combinados generan un entorno hostil para las creadoras de contenido vegano femenino, quienes deben lidiar con odio injustificado simplemente por compartir sus recetas.
Las creadoras de contenido vegano, especialmente las mujeres, enfrentan dos tipos principales de ataques en línea. Por un lado, reciben críticas sobre su estilo de vida vegano, muchas veces sin fundamento científico ni constructivo. Estos comentarios pueden ser repetitivos y agresivos, lo que genera agotamiento emocional. Por otro lado, sufren ataques relacionados con su apariencia física, algo que rara vez ocurre con sus homólogos masculinos. Esta dualidad refleja una clara disparidad de género en cómo se perciben y juzgan a las figuras públicas veganas.
Entre las críticas más comunes están aquellas que cuestionan la viabilidad nutricional del veganismo o desestiman recetas creativas como burritos cheeseburger veganos. Algunos usuarios argumentan que “el queso vegano no existe” o que nombrar carnes es innecesario cuando se trata de alternativas vegetales. Sin embargo, estos comentarios suelen carecer de base científica y solo buscan generar conflicto. Paralelamente, las mujeres enfrentan comentarios sexualizados o denigrantes sobre su cuerpo, lo que refuerza patrones de sexismo en línea. Ejemplos incluyen frases como "seguro que otras carnes sí las comes" o "mejor vergana que vegana". Estas experiencias demuestran cómo el acoso en línea se mezcla con estereotipos de género.
Los algoritmos de las plataformas sociales juegan un papel clave en la propagación del acoso hacia creadoras de contenido vegano. En lugar de limitarse a comunidades específicas, los videos exitosos alcanzan audiencias mucho más amplias debido a cambios en estos sistemas automatizados. Como resultado, las interacciones negativas aumentan significativamente, ya que los algoritmos priorizan contenidos controversiales para maximizar engagement. Esto crea un ciclo vicioso donde más odio atrae mayor visibilidad.
Este fenómeno también afecta internamente dentro de la comunidad vegana, donde algunos usuarios critican abiertamente a creadoras por enfocarse en recetas amables en lugar de mostrar imágenes impactantes de maltrato animal. Este tipo de críticas provienen tanto de personas externas al movimiento vegano como de aquellos que consideran que ciertas estrategias comunicativas no son lo suficientemente radicales. La influencer Tamara Alonso, por ejemplo, menciona cómo esta polarización dificulta su misión de educar al público general de manera positiva y accesible. Los algoritmos, al premiar interacciones tóxicas, perpetúan estas divisiones internas mientras agravan tensiones externas.