Belén Funes ha logrado posicionarse en el panorama cinematográfico español como una voz que desafía convenciones y redefine límites. Su estilo, lejos de ser minimalista o reduccionista, se caracteriza por una rica textura narrativa que mezcla realismo con un barroquismo audaz. En su obra, las historias no solo convergen, sino que también se entrelazan formando un tapiz complejo donde lo personal y lo social coexisten en equilibrio perfecto. Su segundo largometraje, "Los Tortuga", es un claro ejemplo de esta estética. A través de la historia de una madre y su hija enfrentándose a la pérdida y la precariedad económica en Barcelona, Funes explora cómo factores como la clase social moldean experiencias tan universales como el dolor y la despedida.
El cine de Funes cuestiona constantemente las narrativas establecidas sobre identidad y pertenencia. En lugar de centrarse únicamente en debates abstractos sobre origen, ella prefiere abordar temas más prácticos y urgentes, como las políticas de vivienda o las condiciones laborales. Según sus propias palabras, la verdadera relevancia radica en construir ciudades inclusivas y accesibles para todos. Esta perspectiva se refleja en "Los Tortuga", donde la lucha diaria por sobrevivir en un entorno urbano hostil sirve como metáfora para los desafíos contemporáneos. Además, Funes utiliza elementos mágicos-realistas para dar profundidad emocional a su relato, evocando clásicos del cine español mientras crea algo completamente innovador.
La conexión entre feminismo y justicia social emerge como uno de los pilares fundamentales en el discurso de Funes. Para ella, estas dos corrientes están intrínsecamente ligadas, ya que ambas buscan romper barreras impuestas por estructuras de poder tradicionales. Ella critica el elitismo que rodea muchas instituciones artísticas, incluidas las escuelas de cine, argumentando que esto limita la diversidad de voces que pueden surgir. Inspirada por figuras como Annie Ernaux, Funes aboga por un feminismo expansivo que aborde no solo desigualdades de género, sino también económicas y sociales. Su película invita al espectador a reflexionar sobre cómo nuestras aspiraciones profesionales y creativas pueden verse condicionadas por nuestra posición dentro de la sociedad.
En un mundo donde las narrativas sobre éxito y fracaso suelen estar determinadas por estereotipos, el cine de Belén Funes ofrece una alternativa poderosa. Al destacar historias de quienes viven al margen del sistema, ella no solo amplifica sus voces, sino que también celebra su resistencia y resiliencia. Más allá de ser simplemente ejemplos del nuevo cine español, sus películas representan un llamado a reimaginar nuestras propias realidades y trabajar hacia un futuro más justo e inclusivo. Este enfoque nos recuerda que el arte tiene el poder de transformar no solo individuos, sino también comunidades enteras.