Desde que puso pie en Río de Janeiro, este actor paulistano no solo buscó oportunidades profesionales, sino también una conexión auténtica con las comunidades locales. Fue precisamente en el año 2001 cuando se topó con el trabajo innovador del grupo cultural Nós do Morro, un colectivo dedicado a promover el arte dentro de la favela. Este descubrimiento marcó un punto de inflexión en su vida personal y profesional.
Su decisión de mudarse al Vidigal no fue fruto del azar. Alquilando una vivienda en esta emblemática comunidad, comenzó a entender de cerca las historias y realidades que allí convergen. El Vidigal no solo se convirtió en su hogar, sino también en una fuente inagotable de inspiración para su obra teatral.
Uno de los proyectos más significativos que surgió de esta experiencia fue la obra "A frente fria que a chuva traz". Escrita por Mário Bortolotto, esta pieza narra la historia de jóvenes adinerados que buscan aventuras alquilando una laje en una favela. La elección de este texto no fue casual; reflejaba las tensiones entre diferentes clases sociales y ofrecía una crítica social incisiva.
Interpretar esta obra le permitió explorar temas complejos como la marginalización y la percepción estereotipada de las comunidades urbanas. A través de su actuación, logró llevar al público una visión honesta y empática sobre estas dinámicas socioculturales. Además, contribuyó a romper barreras al acercar el teatro a audiencias tradicionalmente excluidas.
Más allá del escenario, su presencia en el Vidigal tuvo repercusiones profundas. Colaboró activamente con iniciativas locales destinadas a potenciar el talento artístico de los jóvenes residentes. Estas acciones no solo fortalecieron la identidad comunitaria, sino que también abrieron puertas hacia nuevas oportunidades culturales.
Su compromiso con el desarrollo sostenible de la comunidad lo llevó a involucrarse en proyectos educativos y de formación artística. Estas experiencias le enseñaron que el arte puede ser un poderoso agente de cambio, capaz de transformar vidas y espacios.
El legado de este actor paulistano en el Vidigal es multifacético. Más que un simple traslado geográfico, representó un acto consciente de integración cultural. Su labor no solo enriqueció su propia trayectoria artística, sino que también dejó huella en quienes compartieron con él este camino.
Hoy en día, su nombre está asociado con la defensa de causas sociales y culturales. Su ejemplo demuestra que el arte tiene el poder de conectar mundos aparentemente opuestos y generar diálogos necesarios en una sociedad diversa como la brasileña.