El inicio del viaje se caracterizará por una subida vertiginosa con una velocidad impresionante. En cuestión de segundos, la nave alcanzará velocidades estratosféricas que superarán los 3.700 kilómetros por hora. Este impulso inicial es crucial para generar la energía necesaria y elevarse rápidamente desde la superficie terrestre hacia las capas más altas de la atmósfera.
A continuación, el módulo principal experimentará una separación estratégica. A los dos minutos de despegue, la cápsula quedará libre para cumplir su misión específica mientras que el cohete seguirá adelante. Este último trascenderá la famosa Línea de Kármán, símbolo científico que delimita el final de nuestra atmósfera y el comienzo del espacio exterior a unos 100 kilómetros de altura.
Este avance tecnológico no solo amplía nuestras posibilidades de investigación científica, sino que también refleja el progreso humano hacia destinos interestelares. Al superar barreras físicas y conceptuales, estamos forjando un futuro donde lo imposible se convierte en alcanzable, promoviendo el conocimiento y la cooperación global.