La historia del fútbol base del Barcelona está llena de anécdotas y momentos trascendentales. Oriol Tort, figura emblemática en el club durante décadas, fue uno de los pioneros en identificar talentos jóvenes. Su labor discreta pero decisiva sentó las bases para que muchos jugadores destacaran en el primer equipo. Con un estilo sutil e irónico, Tort enfatizaba la importancia de permitir que los jóvenes descubrieran su propio potencial. A lo largo de los años, sus palabras se han convertido en realidad con jugadores como Lamine Yamal y Pau Cubarsí, quienes hoy brillan tanto en el Barça como en la selección nacional.
La captación de talentos es un arte que requiere atención a los detalles más sutiles. Jordi Roura, otro exponente destacado en esta área, relata cómo notó algo especial en Lamine cuando apenas tenía siete años. Su forma de correr y desmarcarse del grupo llamaron su atención. Este tipo de observaciones meticulosas son cruciales para identificar futuras estrellas. El fútbol 7, una modalidad que favorece la interacción y el manejo del balón, juega un papel fundamental en este proceso. Figuras como Sergi Milà y Marc Serra continúan perfeccionando estos métodos, garantizando que cada jugador reciba un trato personalizado y se desarrolle según sus propias necesidades y tiempos.
El éxito de la cantera azulgrana no solo radica en el método común, sino también en la capacidad de adaptarse a las individualidades de cada joven. La paciencia y la intuición son clave. Historias como la de Fermín, quien tardó en desarrollar físicamente pero finalmente floreció, demuestran que cada camino hacia el éxito es único. Hoy, Roura se dedica a transmitir su experiencia a nuevas generaciones de entrenadores, asegurando que el legado de la cantera del Barcelona perdure. En un momento difícil para el club, esta tradición sigue siendo un testimonio vivo de su fortaleza y resiliencia.