El 29 de diciembre de 1983, Carolina de Mónaco se unió en matrimonio civil con Stefano Casiraghi en una ceremonia discreta que marcó el inicio de una relación llena de amor y dedicación. A diferencia de su primera boda, este enlace fue distinguido por su sencillez y elegancia minimalista. La elección del vestido de novia, diseñado por Dior, causó admiración por su originalidad y simplicidad. Las circunstancias personales de la princesa, tras un período difícil, y la conexión profunda con Stefano, crearon un ambiente íntimo y especial. Tristemente, su matrimonio terminó prematuramente, pero dejó un legado duradero en la historia de la familia Grimaldi.
La ceremonia civil celebrada en el Salón de los Espejos del Palacio de Mónaco destacó por su carácter íntimo y sobrio. Sin la pompa habitual, este evento subrayó el profundo vínculo entre Carolina y Stefano. A pesar de ser siete años menor que ella, Stefano se convirtió en un pilar de estabilidad para la princesa durante momentos difíciles. Este enlace no solo representó un nuevo comienzo para Carolina, sino también un testimonio de su capacidad para encontrar la felicidad después de tiempos turbulentos.
Aquel día, la princesa optó por un vestido de novia sencillo, diseñado por Dior, que contrastaba con la opulencia de las bodas reales tradicionales. El diseño cruzado en crepé de seda champán, con una lazada en la cintura y mangas abullonadas, reflejaba la personalidad de Carolina: elegante sin estridencias. Su peinado, con el cabello suelto y decorado solo con una cinta champán, acentuó la naturaleza privada y personal del evento. Este vestido se ha convertido en un referente de la moda nupcial, inspirando a numerosas novias con su combinación de sencillez y sofisticación.
El matrimonio de Carolina y Stefano duró siete años, durante los cuales formaron una familia con tres hijos. Juntos construyeron una vida llena de amor y dedicación mutua, superando adversidades y fortaleciendo su relación. Aunque su unión fue corta, dejó un impacto duradero en la historia de la familia Grimaldi. Stefano, conocido como el gran amor de Carolina, siempre será recordado por su apoyo inquebrantable y su papel crucial en la vida de la princesa.
Desafortunadamente, el matrimonio llegó a su fin abruptamente el 3 de octubre de 1990, cuando Stefano falleció en un accidente mientras competía en una carrera de motonáutica. Este trágico evento dejó una huella imborrable en Carolina, pero también reafirmó el legado de amor incondicional que compartieron. A pesar de la tragedia, su historia sigue siendo un ejemplo de cómo el amor puede florecer en los momentos más difíciles y dejar un rastro de ternura y devoción que perdura en el tiempo.