Manolo era un devoto seguidor del fútbol español cuya vida giraba en torno a su bombo y la selección nacional. Su pasión lo llevó a enfrentarse con una policía sudafricana durante el Mundial de 2010, donde España ganó contra Honduras. Sin embargo, esta misma dedicación también le trajo dificultades personales y financieras que llevaron a su desmoronamiento emocional.
Su vida estaba llena de sacrificios y alegrías compartidas con los aficionados, pero también de soledad y problemas familiares. Aunque fue reconocido por su amor al deporte y su carácter afable, sus últimos años estuvieron marcados por la depresión y la sensación de ser olvidado por aquellos a quienes tanto había dado.
Manolo se convirtió en un ícono gracias a su presencia constante en los partidos internacionales de España desde 1982. Su relación con la música y los tambores simbolizaba no solo su amor por el deporte, sino también su forma única de conectar con las personas. Cada tambor tenía un nombre especial para él, reflejando su humanización de estos instrumentos vitales.
Desde su primera aparición en el Mundial de España en 1982, viajando de ciudad en ciudad en auto-stop hasta su participación en competiciones recientes, Manolo siempre encontró maneras creativas de acompañar a su equipo favorito. Sus aventuras incluyeron incidentes memorables como fingir estar enfermo para evitar ciertas situaciones incómodas o incluso dormir abrazado a su querido bombo debido a condiciones precarias en hoteles. Estas historias destacan su determinación inquebrantable y su conexión profunda con el mundo del fútbol.
A pesar de su fama y popularidad entre los aficionados, Manolo enfrentó grandes desafíos económicos y familiares que afectaron profundamente su bienestar emocional. Su matrimonio fracasó debido a prioridades opuestas, dejándolo solo frente a enormes deudas acumuladas por malas inversiones comerciales.
La separación de su esposa y la posterior pérdida de contacto con sus cuatro hijos marcaron un punto bajo en su existencia. Además, negocios fallidos relacionados con bares y establecimientos similares aumentaron su carga financiera. Aunque recibió apoyo inicialmente de la Federación Española de Fútbol, cambios administrativos redujeron este respaldo, dejándolo prácticamente abandonado en sus últimos días. Esta falta de reconocimiento institucional contrastaba fuertemente con el cariño mostrado por miles de seguidores que aún lo buscaban para compartir momentos especiales.