En una tarde marcada por la calidad del ganado y las actuaciones dispares de los toreros, destacó sobremanera el ejemplar Frenoso, perteneciente a Victoriano del Río. Este astado mostró una bravura inigualable, con embestidas profundas y duraderas que lo colocaron entre los mejores de la feria. Aunque no recibió la vuelta al ruedo debido a su peso y color, sus cualidades quedaron grabadas en la memoria de los aficionados. Por otro lado, las actuaciones de los diestros presentaron altibajos, con momentos brillantes y otros menos logrados.
Entre los matadores, Fernando Adrián tuvo la fortuna de torear al extraordinario Frenoso, demostrando habilidad en su faena aunque falló en el momento decisivo con la espada. José María Manzanares y Pablo Aguado enfrentaron oponentes variados, obteniendo resultados mixtos. Mientras Manzanares mostró destellos de clase con un astado manso, Aguado luchó contra toros que no se adaptaban a su estilo, evidenciando dificultades en sus intervenciones.
El toro Frenoso representó un hito dentro de la feria, destacándose por su valentía y entrega durante toda la lidia. Su hermano había causado sensación en Fallas, pero este ejemplar superó todas las expectativas con su comportamiento en Las Ventas. La falta de reconocimiento oficial no opaca su legado como uno de los grandes de la temporada.
Frenoso encarnó todo lo que se espera de un semental excepcional: fuerza, aguante y nobleza. Desde el inicio hasta el final, mantuvo un ritmo impresionante, desafiando a quien lo enfrentara. Su conexión con Fernando Adrián generó momentos memorables, especialmente cuando el torero logró exprimirlo al máximo mediante tandas largas y comprometedoras. Pese a no recibir la merecida vuelta al ruedo, su presencia perdurará en el imaginario colectivo de los asistentes. Cada embestida fue un recordatorio de por qué algunos animales trascienden más allá de la simple contienda.
Las actuaciones de los tres matadores reflejaron distintos niveles de éxito ante un cartel exigente. Fernando Adrián capitalizó su oportunidad con Frenoso, mientras que José María Manzanares y Pablo Aguado enfrentaron retos diversos con resultados irregulares.
Adrián mostró su capacidad técnica al manejar al imponente Frenoso, aunque errores críticos con la espada le impidieron alcanzar la gloria plena. En contraste, Manzanares exhibió cierta elegancia frente a un adversario accesible, pero careció de emoción en su interpretación. Por su parte, Aguado encontró complicaciones en cada encuentro, ya que los toros que le correspondieron no congeniaban con su forma de torear. Su preparación previa, destacada en otras plazas, no pudo compensar la falta de afinidad con los astados. Estos contrastes dejaron claro que incluso los mejores deben ajustarse continuamente a las circunstancias cambiantes del ruedo.