La ciudad de Ginebra fue testigo de un capítulo crucial en la carrera de Novak Djokovic. Con el objetivo claro de alcanzar la centena de trofeos, el serbio enfrentó a Hubert Hurkacz, un oponente con quien había compartido múltiples duelos en el pasado. Aunque Hurkacz no había mostrado su mejor nivel durante la temporada, su llegada a la final sin perder un solo set evidenciaba su preparación para este desafío.
El partido comenzó con Hurkacz dominando gracias a su poderoso saque, un arma que le permitió mantenerse firme incluso frente a las presiones de Djokovic. Sin embargo, el astro serbio demostró por qué es considerado uno de los mejores al revertir situaciones adversas y llevar el encuentro a tres sets intensos.
Lo que distingue a Djokovic no es solo su habilidad técnica, sino también su capacidad mental para superar momentos críticos. En esta ocasión, el serbio enfrentó dificultades significativas, especialmente después de ceder el primer set debido a una doble falta en un momento clave. Sin embargo, su determinación lo llevó a recuperarse y forzar desempates en los dos sets siguientes.
El segundo desempate fue particularmente emblemático. Mientras Hurkacz parecía tener el control, Djokovic encontró la manera de imponerse mediante pequeños detalles que marcaron la diferencia. Esta victoria subraya cómo los puntos decisivos pueden cambiar completamente el rumbo de un partido, algo que Djokovic ha sabido manejar a lo largo de su carrera.
En la ceremonia de entrega de trofeos, Djokovic aprovechó la oportunidad para rendir homenaje a su oponente. Reconociendo el talento y carácter de Hurkacz, el campeón expresó su admiración por el polaco, destacando que "es una inspiración para todos". Este gesto refleja no solo el respeto mutuo entre jugadores, sino también la importancia de reconocer el esfuerzo de quienes compiten al máximo nivel.
Además, Djokovic dedicó palabras emotivas a su familia y equipo, quienes han sido fundamentales en su trayectoria. Agradeciendo especialmente a su hijo Stefan, presente en ese día especial, el serbio dejó claro que sus éxitos no son solo suyos, sino fruto de un apoyo incondicional.
Con este triunfo, Djokovic se sitúa como el tercer jugador en la historia con más títulos, detrás de Jimmy Connors (109) y Roger Federer (103). Este logro no solo amplía su leyenda, sino que también marca un nuevo hito en una carrera llena de récords y conquistas. Además, su habilidad para ganar torneos en 20 temporadas distintas lo convierte en un ejemplo único dentro del deporte.
A pesar de las dificultades recientes, incluidas derrotas ante rivales menos experimentados, Djokovic sigue demostrando por qué es considerado uno de los mejores de todos los tiempos. Su hambre de victoria y su capacidad para adaptarse a diferentes condiciones lo mantienen competitivo incluso en etapas avanzadas de su carrera.