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El Valor de las Rabietas en el Desarrollo Infantil
2025-05-06

Las rabietas infantiles, comúnmente vistas como momentos de desafío o falta de control, son interpretadas desde una nueva perspectiva que pone énfasis en su papel crucial en el crecimiento emocional. Milena González, experta en psicología infantil, explica cómo estas explosiones emocionales no solo reflejan necesidades inmediatas, sino también oportunidades para fortalecer el vínculo entre adultos y niños. A través de un enfoque compasivo, González aborda la importancia de entender al niño desde su temperamento único y ajustar nuestras respuestas para fomentar un desarrollo saludable.

González destaca que las rabietas cumplen funciones esenciales en la regulación emocional del niño, sirviendo como una vía de expresión cuando las palabras aún no están disponibles. Además, enfatiza la necesidad de adaptar nuestra respuesta a las características individuales de cada niño, promoviendo un ambiente donde se sientan comprendidos y acompañados durante estos episodios.

Comprendiendo las Rabietas: Más allá de un Problema Conductual

Desde una perspectiva evolutiva, las rabietas representan una etapa natural en el desarrollo emocional de los niños. Estas reacciones intensas no deben ser vistas como fallos personales del pequeño, sino como manifestaciones legítimas de emociones que aún no pueden ser verbalizadas. En este sentido, el adulto tiene la responsabilidad de cambiar su mirada hacia estas situaciones, viéndolas como oportunidades de conexión y aprendizaje mutuo.

Cuando un niño experimenta una rabieta, está enfrentándose a emociones abrumadoras que requieren descarga y expresión. Esta necesidad surge debido a frustraciones, necesidades insatisfechas o incluso emociones demasiado fuertes para manejarlas por sí solos. Desde esta perspectiva, la función principal de una rabieta no es manipular al adulto, sino comunicar lo que el niño siente y recibir apoyo. Por ello, el rol del cuidador pasa de ser un juez a convertirse en un guía comprensivo que ayuda al niño a desarrollar habilidades fundamentales como el autocontrol y la empatía. Este proceso exige paciencia y repetición constante, ya que el cerebro del niño aún está madurando y necesita tiempo para aprender a autorregularse.

Adaptando Respuestas: El Arte de Conectar con el Temperamento Único de Cada Niño

Conocer el temperamento de un niño es fundamental para ajustar nuestra forma de responder a sus necesidades específicas. Esto implica dejar de lado expectativas generales y centrarse en la realidad única de cada pequeño. Algunos niños son más intensos, sensibles o persistentes en sus reacciones, y estos rasgos influyen directamente en cómo experimentan y expresan sus emociones. Entender esto permite transformar posibles conflictos en conexiones significativas.

La técnica de las 3 P (Pensar, Poner en palabras y Practicar) ofrece una herramienta efectiva para abordar estas situaciones. Primero, reflexionamos sobre qué podría estar motivando la conducta del niño, reconociendo sus emociones subyacentes. Luego, le proporcionamos lenguaje emocional adecuado y modelamos formas alternativas de actuar. Este proceso debe ser repetido con paciencia, dado que el aprendizaje emocional requiere tiempo y práctica. Además, es importante observar si un niño que no muestra rabietas cuenta con espacios seguros para expresar sus emociones sin miedo a represalias. Finalmente, la clave reside en ajustar nuestro estilo de crianza a las necesidades particulares del niño, promoviendo así un desarrollo equilibrado y lleno de comprensión mutua.

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