En medio de una incertidumbre prolongada, María Andreina De Grazia, hija del líder político venezolano Américo De Grazia, ha levantado su voz para denunciar la falta de información sobre el estado de salud de su padre. Arrestado hace diez meses y retenido en El Helicoide, sede del controvertido Servicio Bolivariano de Inteligencia Nacional (SEBIN), la familia enfrenta un vacío informativo que genera temor y angustia. A través de redes sociales, María Andreina expresó su preocupación al señalar que solo han recibido escasos indicios de su condición médica.
En una época marcada por tensiones políticas en Venezuela, la situación de Américo De Grazia ha generado profunda preocupación entre sus allegados y simpatizantes. Antes de su arresto, este exdiputado ya padecía problemas respiratorios y una micosis pulmonar, condiciones que requieren atención médica constante. Sin embargo, desde su encarcelamiento en El Helicoide, las autoridades no han proporcionado pruebas claras ni garantías sobre su bienestar.
María Andreina destacó que, en una ocasión, se les solicitó medicamentos para tratar una posible bronquitis, pero esta mínima comunicación no disipa sus dudas ni tranquiliza a los familiares. La joven enfatizó que la única manera de obtener certeza es mediante un examen médico realizado por profesionales independientes o representantes de la Cruz Roja Internacional. Esta exigencia refleja la desconfianza hacia las actuales autoridades responsables de su custodia.
La familia insiste en que no descansará hasta asegurarse de que Américo De Grazia recibe la atención médica adecuada, algo que consideran fundamental para preservar su vida y dignidad humana.
Desde una perspectiva periodística, este caso subraya las consecuencias humanitarias derivadas de conflictos políticos prolongados. La lucha de María Andreina y su familia resalta no solo la necesidad de transparencia en situaciones de detención, sino también la importancia de proteger los derechos fundamentales de todos los ciudadanos, incluso en contextos adversos. Este caso invita a reflexionar sobre cómo las acciones gubernamentales pueden impactar directamente en la calidad de vida de individuos y familias inocentes, dejando cicatrices emocionales profundas.