En un recorrido a través del tiempo, el doctor Salvador Espino, docente de la Facultad de Turismo y Gastronomía de la Universidad La Salle Bajío, nos lleva a explorar la rica historia y evolución de uno de los platos más emblemáticos de México: los tamales. Este alimento, que ha sido parte integral de la cultura desde tiempos prehispánicos, se ha transformado y adaptado a lo largo de los siglos, manteniendo su esencia mientras incorpora nuevas influencias culinarias.
Desde las primeras civilizaciones mesoamericanas hasta nuestros días, el maíz ha jugado un papel crucial en la alimentación y en la cosmovisión de los pueblos indígenas. En épocas ancestrales, el maíz no solo era un sustento básico, sino también un elemento sagrado que simbolizaba la conexión con la tierra y los dioses. Con la domesticación del maíz, surgió una variedad de técnicas para su preparación, entre ellas la nixtamalización, que permitió crear masa para elaborar tamales, un platillo ritual que representaba la relación armónica entre el ser humano y la naturaleza.
Con la llegada de los españoles, la gastronomía mexicana experimentó una fusión única entre lo antiguo y lo nuevo. Ingredientes como carnes, hierbas y especias provenientes del Viejo Mundo se integraron a las recetas tradicionales, dando lugar a nuevas variaciones de tamales. Hoy en día, estos sabrosos bocados se disfrutan tanto en versiones innovadoras como en preparaciones que honran sus raíces prehispánicas. Un ejemplo perfecto son los tamales de milpa del estado de Hidalgo, que combinan ingredientes de temporada cultivados en la milpa, como elote tierno, epazote y chile, con manteca de cerdo, todo envuelto en hojas de maíz y cocido al vapor para potenciar su aroma y sabor.
Los tamales son mucho más que un simple alimento; representan una conexión viva con el pasado y una celebración de la diversidad cultural. Cada bocado nos invita a reflexionar sobre cómo las tradiciones culinarias pueden perdurar a lo largo del tiempo, adaptándose sin perder su esencia. En festividades como el Día de la Candelaria, que combina ritos prehispánicos y cristianos, los tamales siguen siendo un elemento central, recordándonos la importancia de compartir y celebrar juntos, respetando nuestras raíces y abrazando la riqueza de nuestra herencia gastronómica.