El ambiente de euforia invadió Barcelona tras el triunfo ante el Espanyol. La noche anterior al desfile oficial, varios jugadores y miembros de la directiva se reunieron en una exclusiva discoteca de la zona alta de la ciudad para prolongar las celebraciones hasta altas horas de la madrugada. Algunos futbolistas, demostrando su camaradería, optaron por un medio de transporte inusual: bicicletas públicas del ayuntamiento, que utilizaron para visitar a Ferran Torres en el hospital, quien se encontraba en proceso de recuperación tras una intervención quirúrgica. Este gesto fraternal marcó el inicio de un día lleno de emociones y sorpresas antes del esperado recorrido festivo.
Con gran expectativa, los aficionados comenzaron a congregarse en los alrededores del Camp Nou, transformándose en testigos privilegiados de los preparativos finales. El autobús descapotado, adornado con los colores del club y una imagen destacada del equipo junto a su entrenador Hansi Flick, avanzó lentamente debido a la multitud que lo aclamaba. Durante el trayecto oficial, que incluyó puntos clave como la Travessera de Les Corts, París y la plaza Catalunya, miles de seguidores acompañaron a sus ídolos, cantando y vitoreando cada momento. En el vehículo, los jugadores exhibían los trofeos conquistados durante la temporada, mientras disfrutaban de bebidas refrescantes y compartían risas entre ellos. Entre los accesorios más llamativos estuvo el sombrero de carnaval de Raphinha y el cántico dedicado a Wojtech Szczesny, cuya historia personal fue celebrada con entusiasmo.
El retraso inicial no opacó la alegría colectiva. La conexión entre el equipo y la comunidad barcelonista quedó evidente a través de mensajes de gratitud y orgullo expresados por figuras como Marc-André ter Stegen. Este portero destacó la importancia del trabajo realizado durante el año, subrayando el futuro prometedor del club bajo la dirección de Flick. Más allá de los éxitos deportivos, esta jornada simbolizó el compromiso mutuo entre el equipo y sus seguidores, así como el legado cultural que trasciende el ámbito del fútbol. Es una lección de cómo la unidad y el esfuerzo pueden generar momentos memorables que perduran en la memoria colectiva.