En la capital española, un conjunto de pastelerías centenarias se destacan por su tradición y excelencia. Estos establecimientos ofrecen repostería artesanal en espacios que combinan historia y modernidad. Cada uno de estos lugares tiene su propia historia, desde sus inicios hasta los días actuales, manteniendo viva la herencia de generaciones de pasteleros y proporcionando una experiencia única a los visitantes. A lo largo de los años, estas pastelerías han sabido adaptarse al paso del tiempo sin perder su esencia, convirtiéndose en auténticos emblemas de la cultura culinaria madrileña.
En el corazón de Madrid, El Riojano, fundada en 1855, guarda celosamente su decoración original y su salón de té clásico. Esta joya histórica, ubicada en la calle Mayor, ofrece dulces que siguen las tradiciones del calendario madrileño, como roscones y buñuelos. Reformada en 1892 con materiales nobles procedentes de Cuba y Italia, El Riojano sigue siendo un referente ineludible para los amantes de la repostería.
No lejos de allí, en pleno centro, Antigua Pastelería del Pozo, la más antigua de España desde 1830, ha permanecido en manos de la familia Leal durante más de un siglo. Su mobiliario original, incluyendo un mostrador de mármol y una balanza clásica, transporta a los visitantes a otra época. Especializada en hojaldres y roscón de reyes, esta pastelería es un rincón obligado para cualquier paseante por la Puerta del Sol.
En el barrio de Salamanca, La Pajarita, fundada en 1852, es la bombonería más antigua de Madrid. Con una sola tienda en la calle Villanueva, este lugar mantiene viva una tradición de más de 170 años. En 1912, su fama inspiró incluso una zarzuela. Hoy, combina su legado con el lujo moderno en la Galería Canalejas.
En la calle Serrano, Mallorca, fundada en 1931, ha evolucionado hasta convertirse en un espacio multifuncional. Renovada recientemente con un diseño contemporáneo, ofrece tres espacios distintos para disfrutar de su repostería: libre servicio, un salón con vistas al obrador y una planta superior para experiencias más tradicionales.
Por último, La Duquesita, inaugurada en 1914, es un verdadero emblema de elegancia. Bajo la dirección del chef Oriol Balaguer, combina recetas clásicas con toques vanguardistas. Su salón de té, estrenado en 2021, invita a los visitantes a deleitarse con bombones, trufas y macarons en un ambiente que evoca la estética original de la tienda.
Desde un punto de vista periodístico, estas pastelerías son testimonios vivos de la historia culinaria de Madrid. Más allá de ser simples comercios, representan un patrimonio cultural que merece ser preservado y celebrado. Para los lectores, cada visita a estas tiendas es una oportunidad de conectar con el pasado y apreciar la exquisitez de una tradición que perdura en el tiempo.