En el año 2024, España registró una alarmante cifra de 471 fallecimientos por ahogamiento en espacios acuáticos, consolidándose como el segundo peor año en la historia del país tras 2017. Estos incidentes tienden a ocurrir principalmente durante los meses de verano y los fines de semana, siendo especialmente crítico el período comprendido entre las 16:00 y las 18:00 horas, cuando se observa una mayor relajación general. Según destacan los expertos, todos estos trágicos eventos son prevenibles con medidas adecuadas. El Dr. Ignacio Manrique, coordinador del Comité de Soporte Vital de la Asociación Española de Pediatría, subraya que la atención constante y la educación sobre primeros auxilios son esenciales para evitar estas tragedias.
Los datos revelan que la mayoría de los ahogamientos suceden en lugares donde no hay supervisión adecuada, ya que tan solo en un 14% de los casos hay personas alrededor en el momento del accidente. Además, cada muerte por ahogamiento puede estar acompañada por uno a cuatro semiahogamientos, que requieren hospitalización y pueden causar secuelas neurológicas graves. Existen dos grupos etarios particularmente vulnerables: los niños menores de 4 años y los adolescentes, quienes suelen ser varones en este último caso. En los menores de edad, los ahogamientos suelen ocurrir en piscinas privadas, mientras que los adolescentes enfrentan mayores riesgos en cuerpos de agua naturales debido al consumo de sustancias.
El especialista enfatiza la importancia de mantener una distancia segura entre cuidadores y niños pequeños. "No debe haber más de un brazo de distancia entre el adulto y el niño en el agua", recalca el Dr. Manrique. Esta proximidad permite intervenir rápidamente si surge algún problema. Incluso en situaciones donde parece que hay poca agua, como en bañeras o recipientes domésticos, los lactantes corren peligro debido a la falta de reflejos necesarios para girarse y respirar.
Otras recomendaciones incluyen el uso exclusivo de chalecos salvavidas como medida preventiva efectiva, así como asegurar que las piscinas cuenten con vallados adecuados y desagües seguros. Los sistemas de flotación convencionales, como manguitos o colchonetas, no garantizan protección completa, lo que hace imprescindible la vigilancia activa de los adultos.
En cuanto a la respuesta ante un ahogamiento, es crucial actuar con rapidez y eficacia. Contrario a lo que muchas personas creen, colocar al niño boca abajo para expulsar agua no es útil ni necesario. Lo ideal es iniciar maniobras de reanimación cardiopulmonar (RCP) de inmediato si el menor deja de respirar. Sin embargo, existe una preocupante falta de conocimiento en este ámbito, ya que aproximadamente el 80% de las personas cercanas a los niños en estas situaciones desconocen cómo realizar una RCP adecuada.
La prevención de ahogamientos requiere un compromiso colectivo que combine supervisión rigurosa, infraestructuras seguras y formación en primeros auxilios. La educación continua de padres, cuidadores y profesionales puede marcar la diferencia entre la vida y la muerte en situaciones críticas. Conscientes de estos riesgos y preparados para actuar, podemos reducir significativamente las estadísticas actuales y proteger a nuestras comunidades.