Entre las primeras en destacarse durante este evento único estuvieron dos figuras memorables. Este año, el tradicional tapete rojo se ha transformado en un innovador tono azul, adornado con flores que le otorgan un aire distinto. El techo del lugar evoca un cielo nocturno lleno de estrellas, creando una atmósfera mágica. Rachel eligió un diseño bicolor que combinaba elementos modernos y elegantes.

Por su parte, Deborah interpretó esta tendencia con un estilo sofisticado y estructurado. Su elección fue un conjunto que fusionaba un vestido de seda con líneas limpias sobre pantalones negros, complementado con un sombrero que reforzaba su look audaz. Ambas demostraron cómo el negro y blanco puede ser reinterpretado de maneras inesperadas y frescas.

El cambio de colores y decoración floral marca una nueva era para estos eventos, invitándonos a explorar nuevas formas de expresión a través de la moda y el diseño. Con cada detalle cuidadosamente planificado, desde los atuendos hasta el entorno, queda claro que la creatividad no tiene límites cuando se permite brillar.