La bailarina expresó que no se arrepiente de ninguna decisión tomada durante su tiempo en la casa. Reconoció que siempre actuó de acuerdo con sus propias convicciones, alternando entre estrategia y empatía según lo consideraba necesario. Su enfoque fue genuino, sin seguir un plan prefabricado.
A través de esta declaración, destacó la importancia de permanecer fiel a uno mismo incluso bajo presión. Su enfoque combinó momentos estratégicos con actos empáticos hacia otros, incluidos aquellos con quienes competía.
La artista declaró que nunca desvió su camino personal para adaptarse a las expectativas externas. En lugar de adoptar tácticas forzadas, optó por responder naturalmente a cada situación que enfrentó. Esta honestidad le permitió tomar decisiones que reflejaban su verdadero ser.
Según ella, cada elección que hizo dentro de ese entorno fue resultado de un análisis introspectivo. A veces necesitaba pensar estratégicamente para protegerse o avanzar, mientras que en otras ocasiones sentía que debía mostrar apoyo y comprensión hacia los demás. Este equilibrio entre cabeza y corazón demostró ser crucial en su experiencia. No siguió un manual al pie de la letra ni trató de imitar a otros; simplemente se mantuvo auténtica frente a cualquier desafío.
Más allá del juego, la participante reveló importantes aprendizajes sobre sí misma y sobre cómo interactuar con los demás. Su decisión de no cambiar nada de lo que hizo subraya la confianza en su propio juicio y el valor de mantenerse fiel a uno mismo.
Cuando reflexionó sobre su participación, enfatizó que cada interacción tuvo un propósito claro. Si bien hubo momentos en que la estrategia era prioritaria, también reconoció la necesidad de conectar emocionalmente con quienes la rodeaban. Al no seguir un "plan rígido", pudo adaptarse mejor a las circunstancias cambiantes y responder de manera auténtica. Esto le enseñó que ser fiel a uno mismo puede ser tan efectivo como cualquier otra táctica preestablecida.