En los hogares durante el día de Reyes, es común ver a los niños abriendo regalos frenéticamente sin detenerse a disfrutar cada uno. Sin embargo, esta práctica puede llevar a momentos de frustración y agotamiento emocional. Para evitarlo, expertos sugieren cambiar la perspectiva desde la preparación de la carta a los Reyes hasta el momento de abrir los obsequios.
En los días previos al 6 de enero, muchas familias experimentan un torbellino de emoción y caos cuando los niños desempaquetan sus regalos con prisa. Este evento, que debería ser mágico, puede convertirse en una experiencia abrumadora debido a la sobrecarga sensorial y emocional. La neuroeducadora Elvira Perejón ofrece pautas para transformar este momento en una celebración más consciente y significativa.
La especialista destaca que el sistema de recompensa del cerebro infantil responde rápidamente a estímulos como juguetes atractivos, lo que genera un deseo inmediato de satisfacción. Para prevenir esto, recomienda limitar la exposición a tiendas de juguetes y publicidad navideña. Estos entornos pueden provocar sobreestimulación y dificultad para elegir o priorizar, afectando negativamente la capacidad de los niños para gestionar emociones y expectativas.
Perejón propone centrarse en la calidad sobre la cantidad, sugiriendo seguir la regla de los cuatro regalos: algo deseado, algo necesario, algo para vestir y algo para leer. Además, enfatiza la importancia de hacer del acto de abrir regalos un ritual pausado y reflexivo, donde cada obsequio tenga un significado único. Esto refuerza la idea de que la atención y el cariño detrás de cada regalo son lo verdaderamente valioso.
Finalmente, invita a los padres a involucrar a los niños en actividades como escribir cartas reflexivas o preparar regalos para los Reyes Magos, promoviendo así la empatía y la generosidad. Estos gestos no solo alimentan la ilusión, sino que también enseñan que la Navidad va más allá del simple acto de recibir.
Desde una perspectiva periodística, este enfoque nos recuerda que la auténtica magia de las fiestas radica en crear conexiones emocionales duraderas y significativas, más que en acumular objetos materiales. Al adoptar estas prácticas, podemos ayudar a los niños a desarrollar habilidades emocionales y sociales valiosas que les servirán durante toda su vida.