La artista valenciana redefine los límites de la creatividad en su nuevo proyecto. Con apenas 24 años, Jimena Amarillo ha logrado desafiar todas las normas establecidas en la industria musical. Su obra más reciente, titulada Angélika, es un reflejo directo de su personalidad única e intransferible. Este álbum no solo marca un punto de inflexión en su carrera, sino que también invita a sus oyentes a explorar un mundo donde lo convencional queda relegado al olvido. A través de este trabajo, Jimena se adentra en territorios nunca antes abordados, fusionando géneros y estilos de manera magistral.
La originalidad es el sello distintivo de esta cantautora. Su estilo visual es tan provocador como su música: peinados extravagantes, tatuajes llamativos y una moda andrógina que rompe barreras. Más allá de su apariencia, Jimena utiliza su plataforma para hablar sobre temas cercanos a su corazón, incluyendo la identidad y la expresión personal. En esta nueva etapa, presenta a su compañera de viaje: un gigantesco muñeco vestido con motivos de leopardo que cobrará vida en sus presentaciones en vivo. Este elemento teatral transforma sus conciertos en experiencias multisensoriales que trascienden lo musical. Además, Jimena revela que detrás de Angélika está su alter ego trans, un personaje que le permite mostrar facetas ocultas de sí misma.
Jimena Amarillo no teme enfrentarse a la adversidad ni callarse ante las injusticias. A pesar de haber pasado por situaciones difíciles, como recibir amenazas tras participar en un evento político, sigue adelante sin comprometer sus ideales. Su mensaje es claro: la autenticidad prevalece sobre todo. En un mundo donde las restricciones legales y sociales amenazan con silenciar voces disidentes, ella afirma que continuará haciendo música que inspire y empodere. Su pasión por crear sin filtros demuestra que el arte puede ser una herramienta poderosa para cambiar mentes y corazones. En definitiva, Jimena Amarillo no solo canta, vive cada nota como si fuera su última declaración al mundo.