La icónica figura vivió una serie de experiencias matrimoniales que marcaron su vida personal. Durante sus años jóvenes, formó parte de relaciones significativas con figuras destacadas del mundo artístico. Su primer matrimonio le brindó tres hijos, quienes se convirtieron en un pilar esencial de su existencia familiar. Este vínculo inicial, junto a un médico venezolano, estableció las bases de una familia que siempre estuvo rodeada de amor y apoyo mutuo.
A lo largo de su trayectoria vital, continuó explorando nuevas conexiones emocionales. Un capítulo importante fue su unión con un talentoso músico conocido por su habilidad al piano y sus composiciones innovadoras, con quien compartió momentos inolvidables entre 1972 y 1974. Posteriormente, su camino la llevó hacia otro artista lleno de pasión musical, con quien permaneció hasta principios de la década de 1980. Estas relaciones no solo fortalecieron su espíritu, sino que también ampliaron su visión artística.
En su recorrido, Nana dejó una huella imborrable en el ámbito musical y en los corazones de quienes compartieron su historia. Cada una de sus experiencias personales contribuyó a moldear su identidad como mujer y artista, demostrando que el amor, la música y la familia pueden coexistir armoniosamente para construir una vida llena de propósito y alegría.