Al irrumpir en el mundo del toro, un mundo que a priori es eminentemente masculino, Olga se siente torero. "Yo me siento torero y a mí se me tiene que juzgar como a uno más", resuelve. "El toro no distingue entre hombre y mujer", añade. Pero su tesón es evidente: "Yo lucho por ser la mejor mujer torero de mi generación, por ser un ejemplo para la sociedad, derribar barreras y demostrarme a mí misma y al mundo entero que basta con creer en ti mismo y trabajar por aquello que sueñas".
La última vez que un nombre de mujer constó en un cartel de figuras fue en 2016. Cristina Sánchez fue una figura histórica. "Es un referente absoluto, mi ejemplo a seguir", explica Olga. "Ha conseguido mucho en el mundo del toro, logró convertirse en la mejor mujer torero de la historia".
Siguiendo los pasos de Cristina Sánchez, ingresó en la Escuela de Tauromaquia de Madrid en 2018, con 16 años. "Fue por probar, supongo que como todo el mundo que se inicia en el mundo del toro: para ver si ese sentimiento es una realidad o es pasajero", comenta. Cuando debutó como becerrista, descubrió que quería dedicarse "en cuerpo y alma al toro". Y siente felicidad por formar parte del cartel de Vistalegre. "Esta profesión hay que cogerla con inercia y gracias a ella todo va rodado".
Entre sus maestros, el director del Centro de Asuntos Taurinos de la Comunidad de Madrid, Miguel Abellán, es su padrino en este festival y en su carrera. "Es un orgullo que me pueda apoyar él, me enseña mucho. Tanto él como los maestros de mi escuela", dice. Y se siente afortunada de absorber todos sus conocimientos.
En realidad, depende de sus maestros que Olga Casado haga el paseíllo en Las Ventas en un futuro. "No sé si la temporada que viene, pero me encantaría", cuenta. "No hay prisa, cuando tenga que venir que llegue. Sobre todo quiero estar preparada para poder estar a la altura cuando me den esa oportunidad".