En una sociedad cada vez más polarizada, tenemos la tendencia de hablar mucho y escuchar poco. Esto ha dado lugar a una secuencia de monólogos en los que no se presta atención al criterio del otro. Amón es partidario de los tertulianos imprevisibles, los que escuchan y están dispuestos a cambiar de opinión. Sin embargo, la mayoría de las tertulias tienden a ser predictibles y conformistas, lo que intoxica el régimen de la conversación.
Amón divide al tertuliano en tres categorías: el que sigue la consigna de un partido, el corporativo y el que tiene una posición íntegra y honesta. Crece que es necesario tener un espíritu crítico hacia todas las direcciones y no estar condicionados por una consigna.
No hablamos lo suficiente de lo que sentimos ni entre nosotros ni con las mujeres. Esto es una especie de espacio impenetrable. Amón cree que el hombre está todavía sujeto a una cápsula hermética y tiene dificultad en expresarse sobre sus sentimientos y sufrimientos.
El basket es para Amón una forma de purgar la competitividad. Aunque vive del periodismo, su verdadera profesión es la escritura. Está pensando en jubilarse pronto para dedicarse a lo que realmente le gusta: escribir, hablar y salir en televisión.
Sánchez tiene la capacidad de adaptación de una bacteria y es capaz de jugar con las cartas que nadie se atreve a utilizar. Sin embargo, Amón no está de acuerdo con todos los pasos de Sánchez y cree que es necesario tener un espíritu crítico.
Amón también se refiere a la guerra contra 'La Revuelta' y la agresión de un Gobierno a otro programa. Crece que esto es una operación de despacho que debe denunciarse y que las audiencias empiezan a reequilibrarse.
La tecnología, especialmente el móvil, ha adulterado las relaciones y conducido a sociedades aisladas y polarizadas. Cinco amigos en una mesa, cada uno con el móvil, sin escuchar al otro. Esto tiene una repercusión negativa en la soledad de los mayores.
Amón piensa que la conversación ha sido nuestro mejor recurso evolutivo y que a través de la dialéctica hemos aprendido a cuestionar nuestros dogmas y a escuchar al prójimo. Pero la tecnología nos ha alejado de esa conversación y es una tragedia.