En este relato, se narra cómo Diego Urdiales vivió uno de los días más inusuales de su carrera. El torero riojano fue llamado de emergencia para sustituir a Perera en una corrida en Bilbao, apenas unas horas antes del evento. A pesar de las dificultades logísticas y el tiempo ajustado, Urdiales aceptó el desafío y llegó justo a tiempo para realizar un paseíllo memorable junto a Ponce y Fandiño. Este episodio refleja no solo la improvisación necesaria en momentos críticos del mundo taurino, sino también la camaradería entre profesionales que lo hicieron posible.

Otro aspecto destacado es la preparación apresurada del torero, incluyendo vestirse en la enfermería de la plaza debido a la falta de tiempo, así como la participación excepcional de siete banderilleros y cuatro picadores por la ausencia de personal completo. Además, la tarde quedó marcada por lesiones graves sufridas por Iván Fandiño y un banderillero, transformando aún más esta jornada en algo insólito dentro del ámbito taurino.

La Llamada Inesperada

Diego Urdiales estaba disfrutando de un momento tranquilo con su familia cuando recibió una llamada que cambiaría su día por completo. Pablo Chopera le informó sobre la imposibilidad de Perera de torear debido a problemas físicos detectados en su espalda, lo que dejaba un hueco en la cartelera de Bilbao. Aunque inicialmente pensó que era una broma, la realidad de la situación lo obligó a tomar decisiones rápidas y complicadas.

La complejidad de la tarea no podía ser subestimada: Urdiales tenía poco más de tres horas para llegar desde Arnedo hasta Bilbao, sin contar con la presencia completa de su cuadrilla ni con el atuendo adecuado para la ocasión. Sin embargo, su compromiso profesional y la urgencia del caso prevalecieron sobre cualquier duda. Tras analizar la situación, decidió asumir el reto y comunicárselo nuevamente a Chopera, asegurándole su participación en el evento, aunque desconociera cómo lograría cumplir con todos los detalles prácticos.

Una Tarde de Improvisaciones

El viaje hacia Bilbao estuvo lleno de contratiempos. La falta de documentación, el escaso dinero en efectivo y la confusión al intentar encontrar la plaza de toros directamente desde la autopista pusieron a prueba la paciencia y astucia de Urdiales y su compañero de viaje. Finalmente, gracias a la ayuda de unos aficionados, pudieron orientarse correctamente hacia Vista Alegre.

A su llegada, la improvisación continuó siendo protagonista. Con poco tiempo disponible, Urdiales utilizó una sala de la enfermería para cambiarse, acompañado únicamente por un médico que le ofreció agua con azúcar para calmar sus nervios. La atmósfera surrealista de esa tarde quedó plasmada en cada detalle: desde la elección de un traje antiguo rosa y oro que ya no solía usar, hasta la celebración excepcional del festejo con menos personal del habitual. Además, la jornada se tiñó de tragedia tras las cornadas graves sufridas por Iván Fandiño y un banderillero, convirtiendo este evento en uno de los más recordados dentro del ámbito taurino contemporáneo.