El Concierto de Año Nuevo de 2025, dirigido por Riccardo Muti y la Orquesta Filarmónica de Viena, ofreció una interpretación innovadora del legado musical de Occidente. Este evento, que reunió a millones de espectadores en todo el mundo, se presentó como una odisea espacial, con un repertorio que incluyó obras de los Strauss y otras composiciones clásicas. La música no solo celebró la herencia cultural europea, sino que también sirvió como un mensaje de bienvenida para posibles visitantes de lejanas galaxias.
Muti, a sus 83 años, demostró su maestría al conducir piezas emblemáticas con una energía vibrante. El concierto comenzó con la elegante Marcha de la Libertad de Johann Strauss padre, seguida por melodías que transportaron al público a diferentes épocas y lugares. Entre las destacadas interpretaciones se encontraban la Polca de las Demoliciones de Johann Strauss II y el vals Ferdinandus Walzer de Constanze Geiger, primera mujer en ser reconocida oficialmente en el programa del concierto.
El concierto comenzó con una versión exquisita de la Marcha de la Libertad, compuesta por Johann Strauss padre en respuesta a los movimientos revolucionarios de Europa en 1848. Esta obra estableció el tono para una tarde llena de emociones y nostalgia. Las imágenes de flores en la Sala Dorada del Musikverein complementaron la interpretación de Golondrinas de un pueblo de Austria, creando una atmósfera festiva y acogedora. El clarinete solista introdujo la Polca de las Demoliciones, una pieza que recordaba el bicentenario del nacimiento de Johann Strauss II, mientras Muti transformaba el ruido de martillos en música melódica y suave.
La selección de obras continuó con el vals Venecia austrohúngara, donde Muti logró extraer pasajes de inusitada belleza sin provocar reacciones negativas del público, algo que había ocurrido durante el estreno original. Eduard Strauss, orgulloso embajador de los Bailes de la Corte de Viena, compuso Luftig und duftig, una polca tan vertiginosa que algunos asistentes apenas tuvieron tiempo de apreciarla. Tras esta pieza, se emitió un documental titulado "2025: Una odisea por Strauss", que mostraba cómo la familia Strauss ha influido en la música vienesa a lo largo de los siglos.
El momento más esperado llegó con la inclusión del vals Ferdinandus Walzer de Constanze Geiger, la primera compositora cuyo nombre apareció impreso en el programa del Concierto de Año Nuevo. A pesar de haber sido compuesto cuando Geiger tenía solo 12 años, la pieza reveló un profundo sentido de las proporciones melódicas. Muti aprovechó esta oportunidad para hacer gala de su dominio del contratiempo vienés, desafiando las expectativas del oído y añadiendo vida a una serie de polcas que incluían ¡Una cosa o la otra!, Transacciones y El chisme, sátira musical a la prensa sensacionalista.
El concierto culminó con el vals Wein, Weib und Gesang, un brindis a la esperanza en tiempos agitados. Luego, Muti reveló la traca final: El Danubio azul, con su característica interrupción para la felicitación colectiva del Año Nuevo. Finalmente, la Marcha Radetzky cerró el evento, ahora en una versión "desnazificada". Mientras Muti pronunciaba un breve discurso en italiano, la orquesta anunció al director de la próxima edición del concierto, el canadiense Yannick Nézet-Séguin, marcando así un nuevo capítulo en la historia del Concierto de Año Nuevo.