La película narra la devolución de 26 objetos del reino que da título a la cinta. Va desde París a Benin, desde el país colonizador a la colonia que ya no lo es. Pero lo importante no es solo el hecho en sí, sino el tiempo en el que se instala el relato. Es nuestro tiempo y, de forma ambiciosa, un tiempo sin tiempo entre el sueño y el mito. Estos objetos, primero usurpados y luego restaurados, hablan de sus dolores acumulados.
La gramática transparente de la película, en línea recta, nos revela un universo de dignidad. Las piezas de arte, tan frágiles como cargadas de significado, son el centro de la descolonización que se habla tanto. La cámara persigue con precisión y detalle la conversación de un grupo de estudiantes, siempre pendiente de la vibración de un gesto de cine.
'Dahomey' no solo es un documental, sino también un ejercicio de búsqueda de una ficción quizá olvidada, pero necesaria. Se relaciona con el proceso burocrático y procedimental de embalaje, transporte y recepción. Pero lo importante está en otro lado, en el hallazgo y la certidumbre dolorosa de lo perdido y recuperado.
Es un ejercicio de reparación y aceptación de culpa, pero también de afirmación y justicia. Mati Diop, la directora de 'Atlantics', completa una película que avanza por la pantalla a tientas, pero con un gesto decidido y claro.
La cámara de 'Dahomey' captura no solo las cosas y los discursos políticos, sino también la leve y honda vibración de un gesto de cine. Esta vibración es lo que da vida a la película y la hace tan especial. Inapelable, como si estuviera marcada en la memoria.
Con una duración de 67 minutos y de nacionalidad senegalesa, 'Dahomey' es una película que nos hace reflexionar sobre el momento histórico y su importancia. Sin duda, una película bella y tremenda.