Sevilla, una ciudad rica en tradiciones y gastronomía, se convierte en un templo culinario durante la Cuaresma. Entre sus platos más emblemáticos destaca la pavía de bacalao, una delicia que ha trascendido su origen humilde para convertirse en un símbolo de la cocina local. Este bocado requiere un equilibrio perfecto entre textura crujiente y sabor delicado. En este artículo exploraremos los orígenes de esta especialidad y descubriremos algunos de los mejores lugares donde disfrutarla.
A lo largo de los años, ciertos establecimientos han logrado destacar por su habilidad en la preparación de estas exquisitas tapas. Desde locales centenarios hasta bares modernos, cada uno ofrece una interpretación única que combina ingredientes frescos con técnicas ancestrales. A continuación, profundizaremos en las características que definen a estos espacios como referentes indispensables para los amantes de la buena comida.
Las pavías de bacalao tienen raíces profundas en la cultura andaluza, aunque su origen exacto permanece envuelto en misterio. Lo que está claro es que Sevilla ha sabido adoptarlas y elevarlas a la categoría de joya gastronómica. Estas pequeñas porciones de bacalao rebozado representan no solo un plato, sino también una conexión con el pasado y una forma de expresión cultural.
El arte de preparar pavías radica en detalles fundamentales: un rebozado ligero que encapsula el pescado sin restarle protagonismo, una fritura controlada que asegura una capa dorada y crocante, y un bacalao seleccionado que deshace en el paladar. Estos elementos combinados crean una experiencia culinaria inolvidable que trasciende generaciones. Además, su popularidad no se limita a la Cuaresma; en cualquier momento del año, las barras sevillanas ofrecen esta tentadora opción.
Existen varios lugares icónicos en Sevilla donde la tradición culmina en verdaderas obras maestras gastronómicas. Estos sitios no solo ofrecen calidad excepcional, sino también una atmósfera que invita a sumergirse en la esencia de la ciudad. Desde El Rinconcillo, con casi cuatro siglos de historia, hasta Bar Benito, ubicado en pleno corazón del barrio Tiro de Línea, cada recomendación tiene algo único que ofrecer.
En El Rinconcillo, la perfección técnica se manifiesta desde 1670, cuando abrió sus puertas al público. Su ubicación en la calle Gerona sigue siendo un punto de referencia obligado para quienes buscan autenticidad. Por otro lado, Blanca Paloma en Triana representa una mezcla vibrante de herencia familiar y contemporaneidad, mientras que Bodega Góngora sorprende con su alioli casero que complementa magistralmente el sabor del bacalao. Casa Ricardo, famosa por sus croquetas, guarda igualmente un secreto en su versión de pavías que conquista a propios y extraños. Y finalmente, Blanco Cerrillo y Bar Benito completan este mapa gastronómico con propuestas que van desde aromas tradicionales hasta presentaciones refinadas, todas ellas diseñadas para satisfacer incluso al paladar más exigente.