En el corazón de Italia, un pequeño pueblo llamado Avellino ha capturado la atención no solo por su conexión con la serie televisiva "Los Soprano", sino también debido a una peculiar tradición en el ámbito deportivo. Su equipo de fútbol local, conocido como Avellino, posee una fascinante relación con las muertes papales, ya que cada vez que un Papa fallece o renuncia a su cargo, este modesto club logra ascender a una categoría superior. Este fenómeno se ha repetido en múltiples ocasiones desde mediados del siglo XX, atrayendo tanto a aficionados locales como internacionales. La última hazaña tuvo lugar recientemente, cuando el equipo aseguró su promoción a la Serie B tras vencer al Sorrento.

Esta historia comienza en 1958, cuando el fallecimiento de Pío XII marcó el inicio de esta coincidencia, llevando al equipo a la tercera división italiana. En años posteriores, como 1963 y 1978, la misma narrativa se repitió, consolidando esta fama entre los tifosi. Uno de los momentos más destacados fue el fichaje del argentino Ramón Díaz en 1983, quien simbolizó la aspiración del club de competir en ligas mayores. Sin embargo, la gestión inadecuada del equipo ha provocado fluctuaciones drásticas en su trayectoria, incluso forzándolo a cambiar su nombre en ciertas ocasiones.

El vínculo emocional entre los habitantes de Avellino y su equipo es palpable. Raúl Asencio, un exfutbolista español que jugó para el Avellino en la temporada 2017/18, describe la pasión de los aficionados como algo único. Allí, el fútbol trasciende lo deportivo para convertirse en una parte integral de la cultura local. Los partidos se celebran en el estadio Partenio-Adriano Lombardi, cuya capacidad acoge casi la mitad de la población de la ciudad, reflejando la importancia que tiene este deporte en la comunidad.

A pesar de sus éxitos y fracasos, el Avellino sigue siendo un ejemplo de resiliencia. Las historias de ascensos y descensos han tejido una narrativa rica en emociones y lecciones aprendidas. Desde episodios memorables como el ascenso a la Serie A en 1978 hasta períodos oscuros marcados por problemas administrativos, este club encarna la esencia del fútbol italiano fuera de los reflectores de la élite.

Con su último ascenso, el Avellino demuestra que, aunque sea un equipo modesto, puede superar adversidades y escribir capítulos inolvidables en su historia. Esta sincronía con los eventos papales sigue intrigando a propios y extraños, reforzando la leyenda de un club que, pese a todo, sigue adelante gracias a la devoción de sus seguidores y la magia del fútbol.